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No es lo que se dice

Bóveda y cúpula, a menudo intercambiables

 

Aun siendo la bóveda arqueada (2) y la cúpula dos es­tructuras dotadas arquitectónicamente de elementos específicos, con frecuencia se menciona impro­piamente la primera para referirse a la segunda. A excepción de las fórmulas ya consagradas por el uso —verbigracia, la «cúpula de San Pedro», que ni los menos informados osarán llamarla ‘bóveda’—, es bastante común no distinguir en el habla habitual entre bóveda y cúpula, siendo mayormente preferida la primera para identificar la segunda, incluso cuando la media esfera característica de la cúpula, así como sus variantes aguzadas, no dejan lugar a dudas. Las dos razones fundamentales que podrían explicar esta suplantación nominal estriban, primero, en el parecido que presentan a veces ambas estructuras y, después, en el hecho —pero de esto no son conscientes quienes las confunden— de que tanto la bóveda como la cúpula son originadas por un arco, que en el caso de la cúpula rota sobre sí mismo, y en el de la bóveda arqueada se entrecruza diagonalmente con otros arcos para generarla. No estamos hablando aquí, es obvio, de la bóveda de desarrollo hori­zontal —generada por la proyección recta o curvilínea de un arco—, que corresponde a la bóveda de cañón o medio punto, ni de la bóveda semiesférica (de cuarto de esfera o de horno) que puede corresponder a ábsides y hornacinas. Y mucho menos pensamos en la falsa bóveda por aproximación de hiladas (1), carente de nervios que la configuren.

La frecuente presencia de la alargada bóveda de cañón en tantos edificios de todas las épocas y estilos ha podido llevar a muchas mentes a considerar esta como la bóveda por antonomasia, reservando el término de bóveda a secas, sin aposición, para designar cualquier otro cerramiento cenital (4) en forma de domo que se aleje formalmente del medio cañón o medio punto.

Mientras la generatriz de la cúpula es un solo arco en rotación, la bóveda arqueada se sirve de varios que se entrecruzan diagonalmente por su centro, dando origen, en el entrecruzamiento simple, a la bóveda de arista (4), y a la de crucería en el más complejo. En el arco radica por tanto el parentesco entre cúpula y bóveda, pero también su diferencia.

Al igual que la bóveda, la cúpula tiene leyes constructivas propias. Se hace acompañar de auxilios estructurales (1) exclusivos, como son, principalmente, el tambor (1), las trompas o las pechinas, tan solo compartidos con el cimborrio, elementos que incrementan a las claras el factor diferenciador de su propia identidad.

La rotundidad semiesférica o apuntada de la cúpula se nos muestra patente de manera particular al mirarla desde el exterior. Su diferencia con la bóveda es entonces muy manifiesta. Pero si la cúpula reduce su flecha (1) hasta el punto de convertirse en casquete o luquete, es fácil que nos asalte la duda sobre su equivalencia, tanto si miramos la cúpula desde fuera como si la contemplamos desde dentro. En estos casos es cuando podemos caer en el engaño de llamar «bóveda» —aquí baída— a lo que realmente es una cúpula —rebajada o deprimida—.

 

 

el arco se proyecta generando la bóveda

génesis de las bóvedas de arista y crucería

el arco rota generando la cúpula.

Cúpula baída del Pabellón Buesa Arena. Vitoria.
1998.

Cúpula rebajada del valenciano Rafael
Guastavino. Estación Unión. Pittsburgh
(Pensilvania, USA). 1900.

Bóveda baída del antiguo Hospital de las Cinco Llagas
(hoy sede del parlamento andaluz). Sevilla. 1559.

Bóveda de crucería de la capilla de los Condestables
o de la Purificación de la Virgen. Catedral de Burgos.
1494.

Cúpula apuntada sobre elevado tambor
octogonal. Capilla sacramental de la
iglesia de San Pedro. Carmona (Sevilla).
Siglo XVIII.

Cúpula semiesférica con motivos fingidos. Santuario
de Nuestra Señora de las Nieves. Torrox (Málaga).
Siglo XVIII.

 

 

♣ (clica encima de las imágenes)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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