No es lo que se dice
Cenador íntimo, deambulada pérgola
El cenador y la pérgola comparten alguna similitud, pero presentan bastantes diferencias que los alejan de la sinonimia. Un jardín, un paseo o un parque son el marco idóneo tanto para los cenadores como para las pérgolas. Además, ambos acotan por igual un espacio para el asueto, sugieren un paréntesis de tranquilidad en el ajetreo diario, y proporcionan cuando menos protección solar.
Su estructura formal puede presentar igualmente algún elemento común, como las columnas o los pilares (1), la posible carpintería metálica y las plantas trepadoras que a ellos se adhieren, pero la típica configuración de corredor (1) que presenta la pérgola le confiere a esta un carácter de ‘zona de paso’ que el cenador no tiene. Al cenador se viene a estar; a la pérgola se va solo de camino o a pasear.
La fábrica del cenador, con posibles paredes y techumbre de madera, teja u obra (3), a dos o más aguas, contrasta con la diafanidad aérea de la pérgola. En el cenador hay mobiliario y decoración (en algún caso apenas se diferencia de un coqueto salón), en consonancia con la actividad que allí se desarrolla: tertulias, juegos de mesa, almuerzos o cenas, conciertos íntimos…, en tanto que la alargada y deambulada pérgola se prodiga en el mejor de los casos con algún banco (2) donde poder sentarnos pasajeramente.
La condición de exento que caracteriza arquitectónicamente al cenador es común a la pérgola, pero hay también pérgolas adosadas a edificios o a otras estructuras que alteran, simplificándola, la clásica (2) forma arriba descrita, distanciándola todavía más de la pretendida semejanza con el cenador.
A la hora de buscarle sinónimos a cenador habría que acudir, y aun con cierta reticencia, a quiosco, veranda, glorieta (1), cobertizo (3) o pabellón (1).
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