Búsqueda rápida de términos
Pon entre comillas los términos compuestos.

No es lo que se dice

Gárgolas y quimeras en franca competencia

 

En la mitología griega la quimera era un animal fabuloso, mezcla de cabra y león, que además ostentaba a veces sus respectivas cabezas. El mito perduró en la Edad Media y pasó a engrosar la lista del bestiario con el aspecto aterrador que siempre tuvo.

El hecho artístico de que las gárgolas de muchos de nuestros tejados y aleros más admirados, sobre todo góticos románicos,  adopten con frecuencia formas atroces o fantásticas no nos autoriza a llamarlas «quimeras». Y al revés, no es de recibo que a las feroces quimeras que miran insidiosas desde lo alto de ciertos monumentos las identifiquemos como «gárgolas».

Lo que hace  diferentes a gárgolas y quimeras no es su fiera apariencia, que como sabemos puede coincidir en muchos casos, sino la función para la que fueron concebidas: las gárgolas evacuan fuera del edificio y en sitios estratégicos la lluvia que los canalones de las cubiertas (1) recogen, son el final del caño; las quimeras, en cambio, aparecen amenazantes aquí y allá con la sola misión de rematar, enaltecer y ornamentar ciertas partes de una construcción principal, por más que de vez en cuando sirvan también de ménsula o de acrotera (1).

El aspecto terrorífico de unas y otras, pero en especial de las quimeras, ajeno ya a las inquietudes de nuestros días, responde —aparte otras interpretaciones que ponen su origen en el espíritu socarrón y burlesco de los canteros  medievales— al contexto de religiosa superstición amenazante en el que se desenvolvían las gentes del Medievo, adoctrinadas en el temor a las penas del infierno y a una demonología bestial y multiforme.

(Es curiosa la coincidencia, algo más que meramente fónica, de que en castellano antiguo nuestra quimera de hoy fuese cimera —ambas tributarias del griego χίμαιρα (chímaira), ‘monstruo híbrido’—, aunque en principio nada tuviera que ver con cima (2) alguna. Más tarde, sin embargo, por asimilación del latín (chimæra), cimera vino a denotar la figurita fantástica con que se remataban los yelmos guerreros más significados.)

 

 

Gárgola orante. Monasterio de San Juan de
los Reyes. Toledo. 1495.

Gárgola de la catedral de San Antolín. Palencia.
Siglo XV.

Gárgola del Hostal Reyes Católicos. Santiago
de Compostela (La Coruña). 1511.

Gárgola de la cabecera de la catedral de Sevilla.
Siglo XVI.

gárgola moderna
Quintanar de la Orden (Toledo)

Gárgola de la lonja de la Seda. Valencia. Siglo XV.

Una de las dos quimeras gemelas que coronan
la cubierta de la estación de Atocha. Madrid.
1892.

Quimera del puente del Reino de Valencia.
Valencia. 1999.

Quimera de la Casa de los Dragones. Ceuta.
Siglo XIX.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Puedes dejar un comentario

 Volver a No es lo que se dice

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *