Búsqueda rápida de términos
Pon entre comillas los términos compuestos.

No es lo que se dice

Mándorla esdrújula y llana acrotera

 

A vuelta con las palabras, una vez más orillamos por un momento la arquitectura. Para el Diccionario de la lengua española, mandorla es voz llana, se supone que porque así la pronuncia la gente. Esa registradora oficial de la propiedad lingüística que es la Real Academia Española —léase Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE)— no entra, aquí tampoco, en el oficio de deshacer yerros u ofrecer alternativas. No es esta, dice, su misión. Actitud que de ningún modo desacredita la opinión contraria, la de quienes pensamos que demasiados lemas espurios se han colado en el diccionario por la puerta falsa de un laissez faire, laissez passer claudicante. La ignorancia y la desidia lingüísticas de los hablantes —asimiladas en la práctica al concepto de «pueblo soberano»— nunca debieran ser credenciales para que una palabra errada entre a formar parte del lexicón académico. Sin embargo, así sucede. Y ya se sabe: el uso continuado de un error llega a adquirir carta de ciudadanía, se hace oficial, del mismo modo que una mentira repetida miles de veces alcanza el rango de ‘verdad’.

El término mandorla reclama su acento. En lingüística, los calcos absolutos se hacen de forma absoluta, incluida su prosodia. El idioma italiano, de donde nos ha venido mandorla, no marca con tilde ni las palabras esdrújulas ni las llanas, pero prosódicamente conservan su acento y se pronuncian como corresponde; y así, mandorla carga el acento en la primera amándorla— por ser esdrújula. Consiguientemente, al tomarla nosotros como préstamo puro debemos acarrear no solo los lexemas sino también los fonemas, pues se adecua perfectamente a nuestra norma prosódica, que en el caso de las palabras esdrújulas cuenta con el respaldo de la ortografía y señala con una tilde la vocal acentuada. (El término Sanitas, calco del latín, ha pasado en castellano por el mismo trance. Al principio no se pronunciaba como palabra llana, pero la implacable inercia popular y el creciente alejamiento del latín que sufren los planes de estudio de nuestros colegios han hecho posible el desafuero, y dicha palabra ya se ha desvirtuado. ¿Quién dice hoy Sánitas? Solo algún romántico purista. Con Cáritas tendría que haber pasado lo mismo, pero afortunadamente se ha librado del expurgo, de momento.)

Una vez repristinada mándorla, abrimos el diccionario por acrotera, palabra derivada del griego ἀκρωτήριον (akrōtḗrion). Aquí ya no hablamos de préstamo o calco, sino de descendencia. Y una buena descendencia léxica, aun manteniendo las diferencias formales, conserva siempre los cromosomas del ascendiente. Los griegos no pronunciaban /acróterion/, sino /acrotérion/. A la inversa de lo que se ha señalado respecto de mandorlaSanitas (pereza laríngea ante lo esdrújulo), en ‘acrótera’, sin explicación alguna, el castellanohablante carga en la o el acento prosódico y, por tanto, también la tilde ortográfica. ¿Será que por estar la acrotera encaramada al frontón del hastial o a la cima (2) del edificio ha entendido el vulgo que debe asimismo elevarla, de palabra llana que es, a la prominente condición de esdrújula?

 

 

Representación del alma de doña Sancha, hija del rey
Ramiro I, saliendo del sarcófago camino del cielo,
enmarcada en una mándorla. Monasterio de las
benedictinas de Jaca (Huesca). Siglo XII.

modelos clásicos de acrotera

Mándorla de Cristo Majestad en un capitel del antiguo
claustro de Santa María la Real. Aguilar de Campoo
(Palencia). Siglo XI. Hoy en el MAN, Madrid.

 

 

(clica encima de las imágenes) 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Puedes dejar un comentario

 Volver a No es lo que se dice

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *