No es lo que se dice
Alarifes y canteros por un sincretismo medieval unitario
En muchas construcciones románicas —y algunas góticas— de la península ibérica, carentes en numerosos casos de documentación clarificadora, se ha especulado sobre la existencia de dos maestros de obras, de técnicas muy distintas, trabajando alalimón o de forma consecutiva en la fábrica de un mismo edificio, a saber: un alarife moro y un cantero cristiano. El claustro de San Juan de Duero y el cimborrio de la iglesia de San Miguel de Almazán —en la capital y en la provincia de Soria, respectivamente— o la bóveda califal de Torres del Río (Navarra), entre otros muchos ejemplos, nos hacen pensar, por el contrario, que en los territorios hispánicos repoblados tras las parciales pero porfiadas reconquistas cristianas frente al islam, la cultura de la integración se impuso con rapidez, y las dos corrientes artísticas vigentes en esos momentos en la Península, la hispana y la andalusí, devinieron una realidad unitaria en el quehacer habitual de los canteros cristianos.
Cuando en una obra (2) románica o gótica de nueva planta (3), por más armónica que parezca, se aprecian elementos ornamentales o formas estructurales (1) de signo musulmán, se concluye a menudo y muy a la ligera que antes o después hubo una interrupción de la obra, y que al reanudarse esta el arquitecto ya no era el mismo. Otras veces, para explicar la «anomalía estilística» que salta a la vista se recurre directamente a la concomitancia de dos maestros diferentes trabajando al mismo tiempo y por separado: uno de cultura islámica y otro de tradición cristiana. Esta interpretación responde a una visión superficial de la arquitectura hispana medieval. Las tierras de repoblación conservaron e hicieron suyo en buena medida el patrimonio de sus defenestrados inquilinos, como a modo de ejemplo lo atestiguan los innumerables topónimos con raíz o desinencia árabes todavía existentes en la geografía hispanolusa. El utilitarismo ecléctico tantas veces señalado en el proceso de configuración del arte hispanomusulmán respecto del visigótico es también aplicable a la cultura de los emergentes reinos cristianos de la Península respecto de las conterráneas tradiciones islámicas, y entre las cuales ocupa lugar destacable la forma de construir. Al fin y al cabo el sincretismo ha sido siempre, en el vasto panorama multidisciplinar que configuramos los humanos, magma de vida nueva, sustancia conformante de estilos venideros.
De modo que tanto los arcos entrecruzados, apuntados o festoneados, como las bóvedas de prismáticos y recios braguetones que se intersectan formando una estrella sin pasar por el centro —en referencia a los monumentos antes señalados—, como los tímpanos (1) y las pilas (4) bautismales con decoración califal —entre otras muchas formas románicas y góticas peninsulares heredadas o reinterpretadas— no hay que atribuirlos por separado a alarifes islámicos o moriscos, sino a constructores cristianos que, además de conocer las formas ornamentales y estructurales propias del arte occidental, poseían entre los recursos técnicos de su formación clásica (3) los derivados de la escuela que había configurado el ubicuo patrimonio musulmán peninsular, hasta el punto de contemporizar con dicha escuela la propia tradición constructiva romanovisigoda, románica y gótica (¿qué es, si no, el arte mudéjar?). Tampoco los arquitectos galos hicieron ascos a esta pujanza del arte andalusí, y en la Aquitania de los Pirineos atlánticos —nunca visitada militarmente por los agarenos— encontramos también ejemplos de este seguidismo en algunas cúpulas de corte califal, como la inequívoca de la iglesia de la Santa Cruz, en Santa María de Olorón, y la de Santiago el Mayor, en la cercana población de Hospital de San Blas.

Cúpula califal de la iglesia de la Santa Cruz.
Santa María de Olorón (Aquitania, Francia).
Finales del siglo XI.

Cúpula califal de la iglesia de Santiago el Mayor.
Hospital de San Blas (Aquitania, Francia).
Finales del siglo XI.

Cúpula neocalifal del templo neogótico
votivo del Mar (Virgen del Carmen).
Nigrán (Panjón, Pontevedra). 1937.

Patio árabe del convento gótico-mudéjar de Santa
Clara (antiguo palacio de Alfonso XI y Pedro I).
Tordesillas (Valladolid). 1340-1363.
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