No es lo que se dice
Espira. Lo que la espira inspira
Espiral deriva de espira (1). El Diccionario de la lengua española (DLE) define espiral como una «curva plana que da indefinidamente vueltas alrededor de un punto, alejándose de él más en cada una de ellas». Como ejemplos ilustrativos menciona la «escalera espiral» (de caracol), la «espiral de un cuaderno» y la «hélice». Por eso sorprende que entre los significados de espira —que en su primera definición («vuelta de una espiral o de una hélice») viene a confirmar la derivación antes mencionada— el DLE anote como segunda acepción (ya desde 1884) algo que se aleja radicalmente del primer significado propuesto: «parte de la basa de una columna, que está encima del plinto (1)». Con esta definición se indica directamente que el toro tiene aspecto de espira y que se encuadra por tanto en las formas helicoidales. O sea, lo contrario de lo que conocemos como «toro», a saber: una gruesa moldura convexa y cerrada con forma de anillo que, como primer miembro de la basa, apear(1) directamente sobre el estilóbato o el plinto.
Para tratar de entender el origen de la confusión, queremos aventurar que en un pasado remoto a alguien se le antojó que la suma de toro, escocia y bocel, o sea, la basa entera vista de perfil y con buena dosis de imaginación —o con acusada presbicia— era como el arranque de una línea espiral, y por tanto la primera espira de un malogrado fuste embrionario. Y esto por querer salvar, tal vez, la aparente contradicción del DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) de 1817, que entendía por espira lo siguiente: «La basa de la columna, y quiere decir vuelta de circunvalación, porque las molduras de las basas son todas circulares y redondas.» Esta definición del lexicón académico no señala ninguna forma helicoidal, ciertamente, pero tampoco la descarta. Y esta es la primera constancia oficial que tenemos de espira en el repertorio lexicográfico.
La spira latina —de donde procede nuestra espira— no ofrece dudas al respecto, y la definición con que el Nuevo Diccionario Latino-Español Etimológico de Raimundo de Miguel (17.ª edición, 1924) encabeza el grupo de acepciones, todas más o menos del mismo tenor, es esta: «línea curva a modo de caracol». Publicado el «de Miguel» en 1867 como el primer compendio exhaustivo del latín en lengua española, es motivo de sospecha que entre los ocho significados que trae de spira figure en penúltimo lugar «basa de la columna», copiando literalmente lo que ya dictaminaba el Diccionario académico de 1817. Se respetaba así —por los pelos— la máxima autoridad en materia lingüística.
Afortunadamente, la segunda acepción de la voz espira del actual DLE entró en desuso hace muchos años, y la pretendida correlación nominal espira-toro o espira-basa dejó de tener vigencia hace tiempo, si es que en la práctica la tuvo realmente alguna vez. Pero ni la 23.ª edición del Diccionario de 2014 ni sus permanentes actualizaciones en línea dejan constancia de ello.
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