No es lo que se dice
Astrágalo y collarino, unos anillos de quita y pon
Es notoria la libertad con que expertos y profanos nos movemos al hablar de algunos de los elementos más populares de la arquitectura, y más en concreto de la columna clásica (1) (basa, fuste y capitel). De esta concurrida «barra libre» derivan las numerosas confusiones que cualquiera puede comprobar en los términos con que se quiere diferenciar sus componentes. Ahora toca hablar del collarino y su vecino el astrágalo, de la dificultad de identificarlos en una columna. Las múltiples versiones plásticas que en cualquiera de los cinco órdenes (1) arquitectónicos clásicos nos han llegado del capitel y la columna en su conjunto tienen parte de culpa en esa confusión que detectamos; el resto del desconcierto proviene del poco rigor terminológico con que, en general, se abordan los elementos aludidos.
Entre las contradictorias afirmaciones sobre qué son y dónde están situados el collarino y el astrágalo, nos atenemos aquí a lo que consideramos más plausible. Y así, en el orden dórico parece claro que el collarino se sitúa, como en los demás órdenes, en el extremo superior del fuste, al cual rodea en forma de delgado anillo inverso, reducido a tres o cuatro surcos hendidos muy superficiales. También hay, sin embargo, fustes dóricos sin collarino (por ejemplo, en el Partenón ateniense: aquí; apréciese en el fuste que el corte del último tambor [3] aparece donde debería figurar el collarino). El astrágalo dórico, que en los órdenes que le sucederán es más visible, queda circunscrito, cuando está, a un bajorrelieve (1) de cuatro apretados y estrechos aros que recorren la parte inferior del equino [ver abajo la primera imagen].
En el orden jónico es difícil determinar la forma y el lugar del collarino, pues a veces ni siquiera existe, y entonces hay quienes optan alegremente por llamar «collarino» a lo que en realidad es el astrágalo, o lo identifican con el posible imoscapo o apófige. En el templo jónico del Erecteión (acrópolis ateniense, 421-406 a. e.), un resaltado y labrado collarino cubre el último tramo del fuste, rivalizando en vistosidad con el capitel (solución que adoptan también otras columnas jónicas no vinculadas a los templos). A unos pasos del Erecteión, el templo de Atenea Niké, aunque también jónico (423 a. e.), no presenta collarino alguno (ver aquí), ejemplo seguido siglos más tarde por muchos templos romanos, como el de Portuno —también llamado sin mucho rigor de Fortuna Virilis— (foro Boario, Roma, siglo I a. e.). En cuanto al astrágalo, Erecteión y Atenea Niké presentan como tal un bocel circular de ovas y dardos, mientras que el citado templo romano se conforma con una circundante baqueta lisa, reservando las ovas y los dardos para el baquetón (3) que, junto con las volutas, rodea y conforma el tambor (2) del capitel. Son solo tres ejemplos de la abundante disparidad que a este respecto ofrece el orden jónico.
El orden corintio, más uniforme en sus componentes, no ha previsto la existencia de collarino, y es aquí precisamente donde más marran quienes llaman con tal nombre al astrágalo. Este consiste en un anillo simple, de grosor mediano, colocado en la base del capitel como límite con el fuste. No faltan, sin embargo, quienes por capricho ven además un collarino en el fino listel anular que en numerosos casos discurre pegado a la base de este astrágalo corintio.
En la columna toscana se invierte el habitual orden ascendente collarino-astrágalo. El astrágalo es ahora una copia del bocel corintio —en ocasiones más grueso— ya comentado, al que sigue la última porción de fuste liso, que funge como ancho collarino. Esta conjunción inversa de astrágalo-collarino forma parte del capitel, lo cual contradice la idea tradicional de concebir el collarino exclusivamente como parte integrante del fuste.
Las posteriores versiones románicas, islámicas y renacentistas de estos y otros elementos de la columna clásica son tan variadas que hacen más imposible aún cualquier intento de homologación.

capitel corintio
Colonia Ulpia Traiana, mandada construir
por el emperador español Trajano hacia
el año 100. Xanten (Renania, Alemania).
♣ (clica encima de las imágenes)