No es lo que se dice
Alfiz y chambrana, las molduras del olvido
Aun siendo poco conocidas, o tal vez por esa misma razón, en algunos ámbitos divulgativos se advierte cierta confusión entre alfiz y chambrana, esas molduras alargadas, lisas o labradas, que acompañan a algunos vanos (1) —puertas y ventanas— para enaltecerlos o para contribuir, sin más, al ornato general de los paramentos (1) que las acogen.
La prolífica arquitectura medieval utilizó abundantemente estos ornamentos, pero el alfiz aducía antecedentes que reclamaban parentesco con tradiciones orientales de origen indeterminado. Desde Oriente, efectivamente, habría navegado con los etruscos hasta Italia, y allí lo conocerían los romanos, de cuyas manos pasó al arte visigótico. Se discute, sin embargo, si los árabes de la península ibérica, que tanto lo prodigaron por al-Ándalus enmarcando el arco de herradura, llevaban el alfiz en su oriental bagaje artístico o tuvieron noticia de él a través de los rendidos visigodos. Como quiera que fuese, la herencia islámico-visigoda pasó también al estilo de repoblación o mozárabe y después a la exuberante corriente mudéjar.
Frente a la multiforme y ubicua chambrana, el austero rectángulo del alfiz se conforma con enmarcar ocasionalmente el arco o los arcos de la puerta o ventana a la que se arrima. Su rectilíneo recorrido puede empezar en la imposta que señala el arranque del arco —a veces una simple ménsula— a la altura de la dovela salmer, o bien en el suelo, subiendo después por los flancos de las jambas. Pero lo que diferencia realmente al alfiz de la chambrana no es su contención o su trayectoria, que en algunos casos la chambrana copia, sino las enjutas (2) —también llamadas albanegas — que origina: ese espacio triangular curvilíneo que, en ángulo recto, queda a cada lado entre el arco del vano y el alfiz. Y si bien el alfiz propiamente dicho sobresale discretamente del paramento, no faltan tampoco los que son mero resultado de un rebaje en el paño (3) que da cobijo al vano.
La uniformidad del alfiz contrasta con la heterogénea variedad de la chambrana, moldura netamente románica que el arte musulmán no llegó a utilizar. La más conocida es de trazado semicircular y contornea, como el alfiz, vanos arqueados (1), pero ajustándose a la curvatura del arco. Así la vemos a menudo, coronando el progresivo abocinamiento abocelado (2) de una portada románica o gótica, cual si fuese la última arquivolta (2) de la serie. También remata los vanos, a menudo aspillerados (1), de muchos ábsides. En estos casos su proximidad al arco tiende a hacerla colindante, como sucede con las arquivoltas, o puede mantenerse en esa media distancia que la chambrana recta respeta siempre que rodea vanos adintelados (2). A hacer más evidente este distanciamiento del vano contribuyen los extremos de la chambrana, que, a diferencia del alfiz, quedan abiertos.
Hay finalmente un tipo de chambrana, ya antes aludido, que por su forma y recorrido no dudaríamos en llamarla alfiz, si no fuera porque, además de enmarcar un vano arqueado, envuelve otros elementos que la alejan del clásico (4) diseño que da lugar a las enjutas.
La chambrana es ninguneada con frecuencia por los comentaristas de arte, que la transforman erróneamente en «guardapolvo» (1), lo cual está contribuyendo a su desaparición de los vocabularios menos especializados (ver este artículo). El alfiz, sin embargo, aunque ostenta los mismos atributos que la chambrana para tan aberrante permuta, sorpresivamente se está librando, hasta la fecha, del entuerto.
Por todo lo dicho pudiera parecer que el alfiz y la chambrana se excluyen entre sí. Nada más lejos de la realidad; la mayoría de los alfices enmarcan una chambrana que contornea circularmente el arco que convoca a ambos. Y aunque de forma muy esporádica, se da también el caso de que una chambrana de trazado rectilíneo envuelva, mimetizándolo, al propio alfiz.

Alfiz mudéjar. Portada de la iglesia de Santa María
del Castillo. Flores de Ávila (Ávila). Siglo XIII.

Alfiz en hornacina. Entrada a la sala de los
Abencerrajes (patio de los Leones).
La Alhambra. Granada. Siglo XV.

Chambranas rectas. Casa de los marqueses de
Torreorgaz o del Comendador de Alcuéscar.
Cáceres. Siglo XV.
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