Véase absidal
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Véase absidal
Véase absidiolos
o absidiola (en singular: absidiolo)
En la cabecera de un templo, ábsides laterales de igual o menor flecha (1) que el ábside central, al que se adhieren o rodean en número generalmente par, y de luz por lo común más reducida. En su interior cobijan casi siempre una capilla; con frecuencia alguno de ellos aloja la pila (4) bautismal. Aunque para las cabeceras planas preferimos en este glosario utilizar el término testero, no es infrecuente que, a falta de mejor nombre, también nosotros usemos el de absidiolos para referirnos a los cubos (4) poligonales que a veces las acompañan.
En la arquitectura románica abunda sobre todo la cabecera triconque o tricónquide, formada por un ábside principal y dos absidiolos o un testero triple. En cabeceras más complejas los ábsides y absidiolos se multiplican y se disponen escalonadamente, combinándose incluso con testeros que los reciben en su seno.
En las plantas de cruz latina a menudo todos o alguno de los absidiolos forman parte de los brazos del transepto.
Son infrecuentes los ábsides con solo dos cilindros, ambos del mismo tamaño o uno con forma de absidiolo. Rara vez responde dicha traza al proyecto original, bien porque se añadió un segundo cubo al dotar posteriormente a la primitiva iglesia de otra nave, bien porque una torre campanario u otra cosa vino un día a ocupar el lugar de uno de los dos absidiolos preexistentes. En las siguientes poblaciones hay iglesias que presentan ábsides románicos con las características descritas: Basarán (Broto, Huesca), Cerbón (Soria), Lasieso (Huesca), Manquillos (Palencia), Villaconancio (Palencia), Villaute (Burgos) y Udalla (Cantabria).
Ver también este artículo.
Interior de la cabecera de la iglesia del m.º
de Moreruela. La Granja de Moreruela
(Zamora). Siglo XII.
Interior de la cabecera poliabsidal (semicircular
por dentro y poligonal por fuera) de la basílica
del Salvador. Burriana (Castellón). Siglo XIII.
Cabecera pentacónquide mixta. Iglesia de Santa
María. Monasterio cisterciense de Valbuena
de Duero (Valladolid). Siglo XII.
Uno de los cuatro absidiolos de la iglesia
del monasterio cisterciense de Veruela.
Vera de Moncayo (Zaragoza). 1145.
Rareza románica: ábside menor que los absidiolos.
Iglesia del m.º benedictino de Santo Estevo de
Ribas de Sil. Noguera de Ramuin (Orense). Siglo XIII.
Iglesia de San Julián y Santa Basilisa. Siglo XIII.
Villaconancio (Palencia). En el siglo XV la torre
suplantó al absidiolo de la izquierda.
Iglesia de Santa Marina. Udalla (Cantabria). Dos
naves y dos ábsides iguales en origen. Finales
del siglo XIII.
Iglesia de San Martín Obispo. Villaute (Burgos).
Siglo XII. En el siglo XIII se añadió la nave de la
izquierda y su ábside.
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Superficie lítica que ha sido tratada con la bujarda (1) para obtener un aspecto abujardado.
o apomazado o aclarado
Efecto rugoso y homogéneo, de 1 a 3 mm de profundidad, que se produce sobre la superficie de un sillar al percutir sobre él la bujarda (1). Se utiliza en fachadas para ‘aclarar’ el tono general de la piedra, y en suelos para hacerlos antideslizantes.
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Véase academicismo
Se dice de toda obra artística que responde a criterios dictados por la academia.
Corriente artística coherente con un modo de hacer arte que sigue los patrones dictados por las respectivas academias de cada país o región. Las escuelas llamadas «gremiales», producto de la Academia griega que el Renacimiento había restaurado, adquirieron a finales del siglo XVIII carácter institucional y normativo, encauzando las crecientes tendencias academicistas como reacción frente al barroco y el casticismo, auspiciando las formas promovidas por el reciente neoclasicismo, en las que predominaba —siguiendo modelos clásicos (1) grecolatinos— la mesura y la proporción frente a los excesos de un arte complicado y retorcido, basado en la exteriorización de las emociones. Entre otros méritos a su favor, las obras (2) académicas se postulaban como de gran calidad técnica. El antiacademicismo, por su parte, ponía el acento en la libre creatividad, alegando que por ser innata al ser humano no puede ser cercenada, y por ello mismo conduce a una permanente renovación.
Ya en pleno siglo XIX, el academicismo más ortodoxo viró hacia posturas menos puristas y hasta se atrevió a coquetear con otras formas arquitectónicas más libres como el historicismo, el eclecticismo y el estilo imperio.
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Se dice despectivamente de toda expresión plástica, y en especial de la arquitectura, escultura y pintura, si adolecen de una observancia escrupulosa o rigurosa de los cánones artísticos clásicos. Academicismo.
Ver también este artículo.
Participa en su género de las característica de una obra académica.
Véase sumeria
Véase sumerio
Superficie de aspecto acanalado.
Ver también: estría, arista (3) y orden (1)
Dícese de cualquier elemento estructural o decorativo cuya superficie presenta álveos o surcos continuos y regulares. El concepto de acanalado se aplica por antonomasia al fuste de la columna clásica (1) —dórica, jónica y corintia— y de modo especial a las pilastras de los dos últimos órdenes (1) citados, pero está asimismo presente en otro tipo de columnas con fuste diferente. Acanalado se usa también como sustantivo, equivalente a acanaladura. Escocia.
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Véase acanalado
1. Ver también cesta. Motivo ornamental inspirado en las anchas y rizadas hojas verdes de la perenne planta del acanto, utilizadas en la decoración de capiteles corintios y compuestos, así como en franjas, frisos (4), frondas, molduras, zapatas (1) y ancones (1). El arte románico y el arte islámico también dieron al acanto un uso generoso, pero imprimiéndole por lo común rasgos menos naturalistas y dotándolo de perfiles más esquemáticos y estilizados.
Antema. Arabesco. Atáurico. Ataurique. Cardina. Caulículo. Decapétalo. Festón (2). Roleo. Vástago. Zarcillo.
2. Bloque prismático en voladizo (1), casi siempre con perfil escalonado, en forma de rollo (2) o imitando hojas enrolladas en voluta. Va colocado en solitario a modo de ménsula o a ambos lados de un vano sosteniendo un dintel, o bien en serie por debajo del alero semejando modillones. Mocheta (2). Ancón (2).
Capitel románico con esquemáticas hojas de
acanto. Ermita de San Adrián de Vadoluengo.
Sangüesa (Navarra). Siglo XII.
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Califica a toda columna o pilastra que va empotrada en ángulo en otra estructura mayor que la recibe —un pilar (1), una portada, cualquier otro vano—, y a la cual refuerza y ornamenta. En algunos contextos guarda sinonimia con acodillada.
Pilastras y columnas acantonadas. Catedral de la
Asunción de la Virgen. Oporto (Portugal). Siglo XII.
Columnillas acantonadas entre otras mayores. Iglesia
de Santiago. Puente la Reina (Navarra). Siglo XII.
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Construcción que alberga el mecanismo destinado a la molturación de granos. Emplazada en el mismo cauce del río, aprovecha la corriente para mover la rueda que pone en marcha el proceso de la molienda. Se diferencia la aceña del molino en que este se sitúa a la orilla del río o en sus inmediaciones y toma el agua con una noria o, aprovechando el desnivel del terreno, se abastece de un canal, para precipitar el líquido elemento sobre la rueda que ha de accionar la piedra molar. Almazara. Atarjea. Azud (1).
Ver también este artículo.
Rueda que la corriente mueve para accionar
el martillo pilón de la molienda. Aceñas de
Olivares. Zamora. Siglo X.
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Con forma de chaflán, con perfil achaflanado.
Que tiene forma de chaflán. Alambor. Almohadillado. Balcón esquinero. Bisel. Esviaje. Inglete (2). Ochavado. Sesgado.
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