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Última actualización: 20 de septiembre de 2023
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- Procedimiento empleado para conseguir espacios habitables en la sólida entraña del medio natural (un remonte, una montaña, el subsuelo) extrayendo una parte del material que lo forma. Rupestre.
- Técnica para reproducir industrialmente esculturas o relieves (1) mediante un molde de yeso o escayola, estuco u otro soporte idóneo, en el cual se vierte una colada de metal fundido u otras sustancias en estado fluido, como plástico, yeso, barro, cerámica, etc. Fraguada la emulsión, se extrae del molde la figura resultante y se pule, despojándola de impurezas. Es la forma habitual de fabricar objetos en serie con materiales maleables. Bulto redondo. Cera perdida. Vaciada (1).
- Labor aplicada a la piedra, a la madera o al marfil, consistente en horadar a trépano o a mano con un buril (2) el bloque (2) que se desea esculpir, hasta conseguir, mediante la sustracción del material sobrante, la figura, el relieve (1) o la filigrana proyectados. Calado (2). Labra (1). Vaciada (2).
Capiteles vaciados a trépano. Portada de la iglesia de
Santos Cornelio y Cipriano. Revilla de Santullán
(Palencia). Siglo XIII.♣ (clica encima de las imágenes)
- Cualquier hueco practicado en un paramento (1) para que sirva de puerta, ventana, óculo (1) diáfano o traslúcido, rosetón (1), aspillera, tronera, etcétera, que proporcione luz, oportuna ventilación y, en su caso, la necesaria accesibilidad al recinto. Puede ser simple o geminado (1), si intermedia un parteluz. Además de las utilidades referidas, los vanos permiten desde dentro del inmueble ver el exterior y controlar lo que acontece fuera, dan ornato al edificio, alivian las cargas estructurales (2) de la fábrica e imprimen a los muros una mayor ligereza volumétrica. Sin embargo, hay también vanos puramente decorativos y vanos ciegos, cuya utilidad se agota en su misma función ornamental. Según sea su cierre por arriba, tendremos los dos tipos de vanos más frecuentes: el vano adintelado (provisto de dintel, y por tanto recto) o el vano arqueado (1) (algún tipo de arco le confiere cierre curvo). Arcatura. Arcosolio. Condenado. Ir a “Cómo se llama“. Ver también este artículo.
- Hueco de dimensión variable, no practicado por perforación o eliminación de materiales en el muro o en el medio natural, sino simple resultado de separarse dos cuerpos que siguen comunicados por alguna de sus partes.
♣ (clica encima de las imágenes)
Cuando los amantes del arte consultamos en el Diccionario de la Real Academia Española el lema vano, tan socorrido en la jerga arquitectónica, nos sorprende ver que hasta la octava y última acepción no aparece el significado que nos interesa: “Distancia libre entre dos soportes y, en un puente, espacio libre entre dos pilas (1) o entre dos estribos (2) consecutivos”. Y también nos sorprende —al tiempo que nos mitiga la contrariedad que nos produce verlo en último lugar— que, entre las acepciones registradas y las locuciones que vienen detrás, nuestro vano es el único con significado positivo; todos los demás denotan sentidos negativos, equivalentes a: irreal, inestable, envanecido, inútil, falto de fundamento, vacío… Seguimos comprobando en el lexicón académico que el vano arquitectónico es, además de positivo, nombre sustantivo, el único de la lista, ya que los vanos de las acepciones precedentes y los de las expresiones subsiguientes son indefectiblemente adjetivos. Y tan sustantivo es nuestro vano —esto ya lo deducimos por cuenta propia— que, a diferencia de muchos nombres de la jerga arquitectónica, ni siquiera se presta a ser lexicalizado como adjetivo (de ábside hacemos absidal; de bocel, abocelado; de trasdós, trasdosado; de moldura, moldurada; de casetón, casetonado; de pórtico, porticada; de chapitel, chapitelada; de dovela, dovelado, y así sucesivamente, con sus correspondientes variantes de género, faltaría más). De vano, en cambio, no producimos calificativos por derivación. Así que nos toca decir: los vanos de la arcada, una fachada con vanos, el vano de la portada, el vano del óculo, una torre sin vanos, etc., ya que ni arcada, ni fachada, ni portada, ni óculo, ni torre son susceptibles de ser adjetivados con el referente “vano”.
Por paradójico que parezca, la ausencia de materia (el vacío), en el vano se materializa. Del no ser (la nada) deviene el ser. Milagro que se produce por concomitancia de esa superficie envolvente que se adueña del vacío, lo conforma, lo enmarca, lo singulariza, lo “hace”. El vano era una oquedad inerte que, al ser atrapada por la materia, consiguió vida propia, se llenó de sentido, alcanzó la categoría de hueco significante. Es cierto que sin un contorno físico el vano no existiría, pero sin el vano tampoco tendría nombre el medio material que lo hace visible (un arco, una puerta). Y es moldeable infinitamente; acomodatacio y dúctil, el vano resultante de cada uno de los innumerables arcos que nos ha legado la historia del arte es un buen ejemplo de su versatilidad.
En el lenguaje general los vanos por antonomasia son el arco, la puerta y la ventana. Sin embargo, al describir un inmueble con arcos, puertas y ventanas, cierto prurito de elegancia nos lleva a señalarlos unívocamente como “vanos”. Al hacerlo —tal vez sin percatarnos— estamos disociando el vano en sí mismo de la estructura que lo conforma. En la abstracción “vano” englobamos todos los huecos que se muestran a nuestros ojos, sin atender a tipos o estilos, sin determinar si lo que vemos son puertas o ventanas, sin ni siquiera precisar si son vanos ciegos (un contrasentido, por otra parte) o diáfanos, sin reparar tampoco en su tamaño. Son vanos, sin más. Y no nos equivocamos. Porque el concepto de “puerta” o de “ventana” entraña comúnmente un añadido que el vano encaja con normalidad, pero sin el cual también existiría como concepto, pues tal añadido no altera su esencia. Y es que arcos, puertas y ventanas, tan familiares en nuestro cotidiano deambular y en las rutinas domésticas que ejecutamos, trascienden su propio significado en aras de quien los hace posibles: el vano. El contorno que acota al vano es mutable, manejable. Cerramos y abrimos una ventana, salimos o entramos por la puerta, atravesamos arcos diferentes. Mas ninguna de esas acciones altera la inmaterialidad del vano.
En todas las etapas de la Historia las puertas y las ventanas han adoptado diseños convencionales que agotan muy pronto sus capacidad de crear vanos distintos. Su productividad es francamente escasa, por lo que el vano ha de acomodarse al escueto e invariable cuadrado y rectángulo que puertas y ventanas le ofrecen. Muy distinta suerte corre el vano cuando se empareja con un arco. Frente a la ya aludida inabarcable complejidad que el arte ha desplegado en favor del arco, el misterioso vano se mimetiza sin dificultad llenando los recovecos más recónditos y caprichosos de las formas arqueadas que lo atrapan, desde las más voluptuosas circunvoluciones de los arcos complejos a la clásica severidad del medio punto.
Desde su paradójica inmaterialidad, el vano nos sugiere una invitación a traspasarlo y supone una incitación a asomarnos por él, ya que por su negra oquedad y la permeable transparencia de su «nada» sopla a menudo el aire de la vida.
Vano cimero de la cúpula de la iglesia de la
Purísima o de las agustinas de Monterrey.
Salamanca. 1681.Vanos de la planta baja y del piso superior. Cortile
del palacio del duque del Infantado. Guadalajara.
1496.Vanos complejos de las arquerías de acceso al Salón
Dorado o del Trono de al-Muqtadir. Palacio de la
Aljafería. Zaragoza. Siglo XII.Vanos ciegos y vanos diáfanos.
Torre de la desaparecida iglesia
de San Nicolás. Coca (Segovia).
Finales del siglo XII.Los mal llamados vanos ciegos del ábside mudéjar
de la iglesia de San Esteban. Cuéllar (Segovia).
Siglo XII.♣ (clica encima de las imágenes)
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Repisa o anaquel de ladrillo, yeso, madera u otro material, que sobresale en la pared de chimeneas (1) o lares, cocinas y despensas para recibir vasos, platos, candeleros, bandejas, tarros… Almojaya. Consola. Ménsula. Repisa. Revellín (2).
Vasar vacío en los fogones del palacio del infante
don Luis. Boadilla del Monte (Madrid). Siglo XVIII.♣ (clica encima de las imágenes)
Representación plástica, a menudo esquemática, de un pimpollo vegetal, un brote herbáceo o un renuevo arbóreo. Por la frecuencia con que estos esquejes se plasman en la decoración arquitectónica, merecen una mención explícita en este glosario.
Acanto. Antema. Arabesco. Atáurico. Ataurique. Cardina. Caulículo. Cesta. Decapétalo. Festón (2). Roleo. Yesería. Zarcillo.
Friso de la ermita visigoda de Santa María de Lara.
Quintanilla de las Viñas (Burgos). Siglo VII o X.Ataurique de vástagos pintados en la
techumbre mudéjar de la catedral
de Teruel. Siglo XIII.Friso-imposta de un vano del transepto. Iglesia
visigoda de San Pedro de la Nave. El Campillo
(Zamora). Entre 680 y 711.♣ (clica encima de las imágenes)
Véase aguada
(escríbase: velarium o «velarium»)
Lienzo o toldo gigante que cubría los anfiteatros y los teatros romanos para proteger del sol y la lluvia a los asistentes. Una multitud de esclavos extendía y recogía mediante poleas sujetas a postes o mástiles las enormes velas que a modo de toldo gigante cubrían el recinto.
Soportes y orificios en el paramento exterior
del Coliseo para enjarciar el velarium del
anfiteatro Flavio. 60-70.♣ (clica encima de las imágenes)
Elemento decorativo y a menudo también estructural (1) con forma bivalva de concha o vieira (la Ostrea jacobaea de Linneo, †1778), mostrando mayoritariamente la cara ventral interior y estriada de la valva más abultada. Además de dar forma a algunas pilas (4) bautismales y de agua bendita, así como a diversidad de pequeños objetos religiosos, encontramos la venera presidiendo fachadas, ocupando la semi bóveda de muchas hornacinas, configurando las trompas que dan asiento a una cúpula o a un cimborrio y las pechinas de los cruceros (1). De menor tamaño y mostrando la cara exterior estriada de la valva más abultada aparece testimonialmente en sitios que guardan alguna relación con el Camino de Santiago y otros lugares de peregrinación, además de servir de enseña y salvoconducto a todo peregrino jacobeo. Avenerada. Ver también este artículo.
Hornacina con venera. Alegoría del
Derecho Canónico. Calle adyacente
a la Universidad de Valladolid.
Siglo XVI.Santuario de la Virgen de Peñarroya (dentro del
castillo de ídem). Argamasilla de Alba (Ciudad
Real). Siglo XVII.Iglesia de San Miguel de los Navarros. Zaragoza.
Siglo XVIII. A mediados del siglo XIX, el escultor
Félix Oroz restauró el grupo ángel-diablo, y la
cabeza del demonio, destrozada por un rayo,
fue sustituida por la de su amigo Jerónimo
Borau, a la sazón rector de la universidad.Detalle de la fachada de la Casa de las Conchas,
mandada construir por un caballero de la orden
de Santiago (de ahí la profusión de vieiras).
Salamanca. 1517.Detalle de la fachada del santuario de la Vera Cruz,
que ostenta vieiras como lugar de peregrinación.
Caravaca de la Cruz (Murcia). 1722.Casa del empresario, promotor inmobiliario y político
Tomás Allende. Plaza de Canalejas, Madrid. 1920.Concha del peregrino con bordones (báculos) para
el camino. Adorno en los muros de la catedral
compostelana. Santiago de Compostela
(La Coruña).♣ (clica encima de las imágenes)
- Ventanas muy grandes, a menudo no practicables, adecuadas en general para todo tipo de edificios. Pero donde mejor evidencian los ventanales su porte y esbeltez es en las construcciones góticas, en las que los altos paramentos (1) son traspasados verticalmente por esplendentes luminarias. En los templos suelen ocupar la parte superior de la nave central y del transepto aprovechando su mayor altura, si bien puede haberlos también —más pequeños— en las crujías laterales. Si el templo dispone de triforio (1) o tribunas (1), los ventanales se sitúan por encima de ellos. Con el genérico nombre de ventanales podemos referirnos también a los vitrales y a las vidrieras, en especial si solo son de alabastro o simple vidrio. En todos los casos contribuyen a aligerar el peso de la fábrica. No hay razón alguna que justifique la sustitución de ventanales y otros términos equivalentes por el de claristorio, anglicismo innecesario que se utiliza muy a menudo para nombrar los vitrales de nuestras catedrales (ver este artículo). Por último, son también ventanales los grandes vanos arqueados (1), por lo común sin cristales, divididos a menudo por columnillas y rematados por tímpanos (3) calados, que dan luz y elegancia a las pandas de los claustros góticos. Lucernario.
- En singular, ventanal alude en una habitación a una pared acristalada.
Fachada del Obradoiro. Catedral de
Santiago Apóstol. Santiago de Compostela
(La Coruña). Siglo XVIII.♣ (clica encima de las imágenes)
- Galería (1) integrada en una vivienda o añadida posteriormente con fines habitacionales, por lo que la mayoría de las veces dispone de ventanales fijos o movibles para hacerla más confortable. Cenador. Cobertizo (1 y 2). Logia. Porche. Pórtico (1). Solario. Soportal.
- Mirador, balcón acristalado.
Castillo de los condes de Oropesa, parador
nacional de turismo desde 1966. Jarandilla
de la Vera (Cáceres). Siglo XV.♣ (clica encima de las imágenes)
o verdugo o zuncho (2)
En un muro, hilada (1) de ladrillos o lajas colocada entre hiladas de obra (3) diferente ―por lo común mampuestos― reforzando la pared, al tiempo que le confiere cierto ritmo visual. Es un tipo de aparejo especialmente cultivado en ambas Castillas. Cenefa. Cuartel. Encintado (3). Friso (3). Froga. Machón (1).
♣ (clica encima de las imágenes)
Véase verdugada
Escultura megalítica zoomorfa (cerdo, jabalí, toro o uro) de la cultura celtibérica de los siglos VIII al II a. e., presumiblemente con función totémica, jurisdiccional o funeraria. Se han encontrado verracos, principalmente vetones, en las provincias de Ávila, Cáceres, Salamanca, Zamora, Segovia y Toledo. Solo en tierras abulenses hay contabilizados 102 ejemplares. Los orificios que todavía conservan algunos en la testuz corresponden a los cuernos ya desaparecidos. Ibérico.
Verraco vetón de la II Edad del Hierro (hacia el
500 a. e.). Plaza del Castillo de Ciudad Rodrigo
(Salamanca).Villanueva del Campillo (Ávila). El mayor de los
verracos celtas europeos (250×243 cm).
Siglos IV-III a. e.Verraco de Villardiegua de la Ribera (Zamora), llamado
popularmente «la mula», procedente del cercano
castro vetón de San Mamede. 500 a. e.♣ (clica encima de las imágenes)
- Punto más alto del intradós (1), o del trasdós (1), de un arco, de una bóveda o una cúpula. Por extensión, cúspide o punto culminante de un cuerpo (1).
ooAguja (1). Ápice. Chapitel. Cima (2). Colofón. Corona. Coronel. Cupulino. Flecha (2).
2. Punto en que concurren los dos lados de un ángulo o se juntan tres o más planos.
o faldón (1)
Superficie plana e inclinada de una cubierta (1) o tejado. Este puede tener de una a varias vertientes; los tejados más comunes presentan dos o cuatro. A las vertientes también se les llama aguas, y es habitual la expresión «a dos» o «a cuatro aguas» para identificar los tejados por el número de vertientes que los configuran.
Armadura de colgadizo. Jaldeta. Peto. Tabica (2).
♣ (clica encima de las imágenes)
o zaguán. Atrio (2), pórtico (1) o patio por donde se entra ordinariamente a un edificio de notables dimensiones. Es, pues, por regla general zona de paso. Llamar “antesala“ al vestíbulo, como gustan hacer algunos, no siempre está en consonancia con su significado, ya que por lo común el vestíbulo supera en tamaño a la antesala y no siempre se destina a sala de espera, función encomendada principalmente a aquella.
Cancel (1). Galería (1). Galilea. Logia. Nártex. Porche. Soportal.
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Que el patrimonio arquitectónico de la Vía de la Plata es ingente lo sabe mucha gente. Pero lo que no todos saben es que la ruta que lo cobija, por más que se apellide «de la Plata», no guarda parentesco nominal alguno con el preciado metal. Este dato lo conocen hoy —gracias al masivo acceso a la información que proporciona internet— muchas más personas que hace cincuenta años. Porque la persistente confusión de algunos viene de lejos, y de todos es sabido que el venerable peso de la tradición llega demasiadas veces a hacer crónico un errado entendimiento. El que ahora nos ocupa se mantiene a impulsos de la inercia en ambientes poco cultivados.
La identificación de la calzada romana Emerita Asturica (desde Mérida a Astorga) con la plata ya está documentada en el siglo XV, y nuestro insigne gramático y humanista Antonio de Nebrija (1441-1522), en su obra De mensuris (pág. 4), escrita a comienzos del siglo XVI, también lo recoge: via nobilissima argentea vulgo dicitur. Nebrija no tuvo más remedio que llamar en latín via argentea a lo que se conocía vulgarmente como «Vía de la Plata», ya que se atribuía precisamente a la plata el origen de tan antiquísimo camino.
Lo cierto es que hacia el año 1000 a. e. los pueblos tartésicos (y posteriormente los turdetanos) del suroeste peninsular ya usaban esta ruta para comunicarse con las etnias del noroeste y comerciar con ellas los metales que extraían de las minas de Sierra Morena. Más tarde, con la incipiente romanización llevada a cabo en el siglo II a. e. y mucho más con la de los siglos posteriores, la vetusta ruta metalífera recibió un impulso aún mayor con la intensiva extracción y el acarreo de nuevos metales —el oro de Las Médulas especialmente— y por enlazar con otras calzadas hacia levante (Legio, Calagurris, Caesar Augusta). La presunta prolongación romana de la Vía de la Plata por el sur hacia Sevilla, Cádiz y Ayamonte, buscando el Atlántico, y por el norte hacia Gijón, en busca de nuevos puertos en el Cantábrico, son meras conjeturas, carentes de documentación arqueológica.
Esta espléndida red de carreteras —amén de otras muchas calzadas que cruzaban la piel de toro de lado a lado y de arriba abajo— fue para los recién llegados norteafricanos del siglo VIII el mejor corredor que imaginar pudieran en su fulminante ocupación peninsular frente a una desconcertada Hispania visigoda (según la versión oficial de la llamada «invasión» musulmana). La Emerita Asturica de la Lusitania fue posiblemente la primera calzada que pisaron. Y aunque en la mayor parte de su recorrido estaba cubierta de jabre —arena gruesa procedente de la trituración del granito, que drena y compacta muy bien— extendido sobre la zahorra o gravilla apisonada, los kilómetros más próximos a las ciudades importantes estaban pavimentados con grandes piedras planas como las que cubrían las vías cardo y decumano, arterias principales de la urbe, en torno a las cuales se planificaba la ciudad. Esta novedad impresionó mucho a aquellos belicosos jinetes del Magreb, y ello motivó que comenzaran a llamarla al-Balat (‘camino empedrado’). Las sometidas gentes hispanovisigodas tuvieron entonces que adaptar el nuevo nombre de su calzada a como ellas lo percibían en boca de sus invasores, y el sonido con que al-Balat llegaba a sus oídos era lo más parecido a “plata”.
Otra explicación lexicográfica de la Vía de la Plata se remonta al latín tardío delapidata, con que en la Alta Edad Media se designaban los suelos empedrados (no hay que olvidar que dos de las capas inferiores de todas las carreteras romanas, eran de piedra), denominación que por corrupción fonética acabaría igualmente como “plata”. Por último, no es descartable que delapidata aluda a los numerosos miliarios de piedra que como mojones se alzaban a un lado de la calzada, uno por cada 1480 m recorridos.
De ahí a dar el salto semántico al preciado metal de los plateros, teniendo en cuenta los antecedentes metalúrgicos de la Emerita Asturica, no hay más que un paso.
La Vía de la Plata (tradicional Camino de
Santiago meridional) en el contexto de
las otras rutas jacobeas♣ (clica encima de las imágenes)
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Bastidor (1) con cristales artísticos de colores con que se cierra un vano. Los vidrios pueden ser tintados o naturales y admiten todo tipo de representación. Conviene diferenciar la vidriera del vitral, pues este, aparte de ser más grande —pensemos en los vitrales de las catedrales góticas,—, suele ir acompañado de otros vitrales, cerrando vanos en serie o creando muros de cristal multicolor. Ver este artículo.
Grisalla. Lucernario. Montera. Luminaria. Painel (1). Rosetón (1). Ventanales.
♣ (clica encima de las imágenes)
- Losa, moldura o grupo de baldosas con leve vuelo e inclinación hacia fuera, colocados sobre el alféizar (1) de una ventana o el umbral de una puerta para impedir que la lluvia entre en la casa. Albardilla. Goterón.
- Cualquier elemento de obra (3) u otro material en voladizo (1), sujeto al paramento (1) exterior sobre una puerta, ventana, hornacina u otro tipo de vano, para protegerlos principalmente de la lluvia, al tiempo que realza aquello que cubre.
ooiAlero. Cobija (1). Colgadizo (1). Cornijón. Cornisa (1). Cornisamento. Goterón. Guardapolvo (1). Sobradillo. Sofito (1). Tejaroz. Visera.
vierteaguas con goterón
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Véase jácena
Borde saliente de una cubierta (1), dispuesto a menudo con cierta inclinación hacia arriba o hacia abajo, de modo que aleje de los muros el agua de los tejados cuando llueve o procure alguna zona de penumbra. A veces, sin embargo, la aparatosa vistosidad de su diseño prevalece ostensiblemente como explícita forma identitaria sobre la pura utilidad del aéreo elemento que sobresale.
Alero. Cobija (1). Colgadizo (1). Cornisa (1). Cornisamento (1). Guardapolvo (1). Marquesina (1). Rafe. Saledizo. Sobradillo. Tejaroz. Vierteaguas (2). Voladizo. Volado. Vuelo.
Antiguo colegio Hispania (Oviedo, principios del
siglo XIX), hoy sede del Colegio Oficial de
Arquitectos de Asturias, antes de ser retirada
la polémica visera con que lo cubrieron sus
actuales propietarios en 2007.♣ (clica encima de las imágenes)
Véase visigótica
Véase visigótico
Perteneciente o relativa al arte visigótico.
o visigodo
Estilo (1) arquitectónico que se nutre de la tradición romana —pero acepta también influencias bizantinas, coptas, siriacas y sasánidas—, que predominó durante la Alta Edad Media en la península ibérica una vez que las tribus germanas o godas, asentadas aquí desde el siglo V, se consolidaron como reino. No hay muestras reseñables de este arte hasta el siglo VII, y las muestras que han sobrevivido están circunscritas a la arquitectura sacra. Si en el precedente arte romano predominó la arquitectura civil (palacios, circos, anfiteatros, teatros, palestras, foros, termas, acueductos, calzadas, cloacas, etc.) en el visigodo son los templos los que acaparan el mayor empeño artístico de los nuevos señores de Occidente. No hubo pueblo por pequeño que fuera que no luciera su iglesia particular. De la arquitectura religiosa extraemos por consiguiente las señas de identidad del arte visigodo, dando por sobrentendido que las señas referidas no siempre concurren todas en un mismo edificio:
• Planta basilical o de cruz griega ―o una combinación de ambas―, con espacios muy compartimentados.
• Testero con trasdós (4) rectangular. Un absidiolo a cada lado albergan respectivamente la sacristía o prótesis y el diacónicon.
• Un sencillo iconostasio separa el visible presbiterio del resto del templo.
• Arco de herradura sin clave. Cuando es peraltado —forma frecuente—, los lados prolongados presentan un trasdós (1) vertical y lechos (2) horizontales en la dovela salmer y en las dos o tres dovelas que le siguen.
• Columnas y pilares (1) con función estructural de soporte.
• Capiteles corintios —o troncocónicos invertidos— muy simples, con gruesos cimacios (2) anclados a los muros.
• Cubrición de las naves con bóveda de cañón o de arista (4) y cúpula sobre el crucero (1).
• Muros de voluminosos sillares, aparejados (1) en seco a soga y tizón, alternando ocasionalmente con ladrillo, al modo romano.
• Decoración ubicua a base de frisos (4) labrados de roleos, esvásticas y temas geométricos (resabios germanos), vegetales y animales.
• Pequeño pórtico (2) a los pies o en los laterales del templo.
♣ (clica encima de las imágenes)
En arquitectura se califica como visto todo aquello que está a la vista, sin cubrimiento (2) alguno. Más en concreto se dice de aquel aparejo que en una obra (3) ya acabada se presenta tal cual es, sin revestimiento que oculte o enmascare el aspecto original de los materiales empleados. Para este tipo de aparejo se prefiere el ladrillo compacto y el cemento u hormigón. Y así, son expresiones habituales «ladrillo visto» y «cemento (u hormigón) visto». El estilo (1) mudéjar constituye por antonomasia el prototipo del ladrillo visto. Pero en este punto el mudéjar, primero, y otros estilos, después, nos han dejado también la parhilera —y alguna techumbre de par y nudillo sin pretensiones artísticas—, armaduras (1) apeinazadas de madera cuyos componentes quedan igualmente a la vista. Caravista. Soca.
Arcos parabólicos modernistas en ladrillo visto.
«Catedral del Vino». El Pinell de Brai (Tarragona).
1922.♣ (clica encima de las imágenes)
Inscripción o anagrama latino de ‘Víctor’ o ‘Victoria’ —inspirado en el lábaro triunfador de las legiones romanas—, que a partir del siglo XIV y especialmente en el ámbito universitario se solía estampar como grafito sobre las fachadas de las facultades y colegios mayores, para dar vítores, aclamar y perpetuar el nombre de quien acababa de alcanzar el grado de doctor, acontecimiento que celebraban los estudiantes con un banquete y una capea. Con la sangre del toro estampaban después en los muros universitarios el anagrama referido (los estudiantes de la facultad de Filología de Salamanca, con sede en el antiguo colegio mayor del palacio de Anaya -1760-, han mantenido hasta fechas recientes, aunque sin capea, esta tradición académica).
Con posterioridad, la devoción popular lo pintó también en catedrales, iglesias, seminarios y otros lugares devotos para ensalzar algunos sermones que habían causado gran impacto en la feligresía o como recuerdo de pías alocuciones memorables, e incluso para enaltecer la vida de algún religioso insigne.
El régimen fascista del general Franco (1936-1974) se lo apropió como símbolo oficial de victoria frente a sus opositores.
Todavía en la segunda mitad del siglo XX se usó ocasionalmente el vítor para honrar la memoria de personajes difuntos que habían sobresalido en la vida política o en el mundo académico.
Vítor de 1746 para honrar a un sacerdote.
Fachada del santuario de la Santa Faz.
Alicante. Siglo XVI.Vítor a Enrique Tierno Galván (1918-1986),
catedrático de universidad y primer alcalde
socialista de Madrid (1979-1986).Escalera noble de la Real Clerecía de San Marcos, hoy
Universidad Pontificia. Salamanca. Siglo XVII.♣ (clica encima de las imágenes)