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Última actualización: 11 de agosto de 2022
- o adarve (1) o ándito (2) o camino de ronda. Sendero que recorre la muralla de una fortaleza por su parte superior a fin de facilitar el tránsito y las maniobras de quienes la defienden.
- o ándito (1). En numerosas catedrales y otras iglesias importantes, pasillo que circunda por uno o más pisos el intradós (1) del cimborrio o de la cúpula. Lo que en un principio se concibió como zona de tránsito para acceder a las partes altas del templo y atender a su mantenimiento, terminó contribuyendo con su bella factura exterior al ornato general de la fábrica. Triforio (1).
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Pretendida obra (1) de arte que amalgama sin escrúpulos elementos contrapuestos de diferentes estilos o de obras ejecutadas por otros. Técnica especialmente desarrollada en el ámbito de la pintura y en los nuevos medios de comunicación digital con fines publicitarios, humorísticos o burlescos.
En arquitectura se habla de pastiche principalmente cuando se llevan a cabo restauraciones espurias o poco afortunadas. La valoración de las intervenciones arquitectónicas está sujeta con frecuencia a enfoques confrontados, derivados de sensibilidades distintas y criterios diferentes sobre cómo se ha de llevar a cabo una restauración; y lo que para unos es merecedor de galardones, es catalogado de indigno y reprobable por otros.
Acordar. Anacronismo. Anastilosis. Intervención. Ruina consolidada.
Teatro romano de Sagunto (siglo I), antes y después
de su restauración en la última década del siglo XX.El didactismo reconstructor del castillo almohade
de Cañete la Real (Málaga), siglo IX, lo ha despojado
de su identidad.Reconstrucción estridente del ábside central de la
iglesia de Santa María. Artíes (Valle de Arán, Lérida).
Siglo XII.♣ (clica encima de las imágenes)
Cruz de brazos uniformes que se adelgazan progresivamente hacia el centro. Ha sido utilizada como emblema por algunas órdenes de caballería y como signo de legitimidad en documentos eclesiásticos o vinculados a dichas órdenes. En arquitectura son motivo ornamental en composiciones alusivas a la institución que representan.
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Color que deja el paso del tiempo sobre las cosas expuestas a la intemperie. La pátina más conocida es de color verde —a título de ejemplo cabe recordar los tejados, cúpulas y esculturas de París— que se fija en la superficie del bronce por efectos de la oxidación. El cobre, por el contrario, a medida que se oxida, oculta su identidad adoptando el color pardo. Por extensión, damos el nombre de pátina a cualquier alteración cromática inducida artificialmente en una superficie.
Chapitel de cobre (1904) de la torre de
de Santa María (1520). Coca (Segovia).
Restaurado en 2015, las piezas nuevas
no lucen aún la vieja pátina del resto.♣ (clica encima de las imágenes)
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Entradas relacionadas:
abalaustrado / adintelado (1) / albanega (2) / anillado / antepecho (1) / arco / atlante / candelieri / capitel / cariátide / claraboya / clípeo / columna / corintio / cornisa (1) / cornisamento (2) / corredor (1) / corrida / cortile / dintel / doblado / friso (1) / fuste / galería (2) / iconográfico (2) / machón (2) / mediopunto / ménsula / metopa / panda / peraltado / plateresco / plinto (2) / relieve (1) / renacentista / sofito (2) / taqueada / zapata (1)
Son numerosos los bienes inmuebles de valor artístico en territorio nacional merecedores de una mayor atención preventiva o restauradora. Infinidad de castillos, palacios, monasterios, conventos, santuarios, iglesias, ermitas, cuarteles, cárceles, torres, masías, puentes, murallas, puertas, yacimientos, monumentos conmemorativos, fuentes… pueden desaparecer, dado su estado ruinoso o el abandono al que están sometidos. La organización sin ánimo de lucro Hispania Nostra es la fedataria de tanta posible pérdida, y desde 2007 mantiene una lista roja con todos los monumentos y edificios españoles que por incuria u otros motivos corren peligro de desaparición, lista que se incrementa o se reduce puntualmente conforme se tiene noticia de nuevas urgencias o se comprueba que se han acometido ya las restauraciones o consolidaciones que eran necesarias para la pervivencia (lista verde) de ese patrimonio catalogado en estado de alarma.
Acordar. Anastilosis. Intervención. Pastiche. Socalce.
Pieza de vidrio grueso, por lo regular cuadrada o rectangular, que se utiliza como estructura para armar tabiques y suelos traslúcidos, claraboyas, etcétera. Bloque (1 y 2).
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En gallego significa palacio, mansión rural. Tuvo su apogeo constructivo entre los siglos XVII y XIX, coincidiendo con el cese de las continuas guerras intestinas de los nobles, que propició la vuelta a la actividad agropecuaria, cuya explotación y prolongada eficiencia en la gestión de los recursos dieron tan buenos resultados en Galicia. A finales del siglo XIX y comienzos del XX se edificaron nuevos pazos y se rehabilitaron otros de la época dorada ya mencionada, gracias a las abultadas rentas que algunos indianos de América trajeron de vuelta a su tierra natal.
En torno al pazo giraba la vida de los señores y los aldeanos. La antigua y sólida torre de piedra que sirvió de defensa en las refriegas señoriales antes señaladas fue ampliándose, al cesar estas, con nuevas y suntuosas alas residenciales, incluida la capilla, y con otras dependencias más humildes para la servidumbre, así como con las construcciones precisas para almacenar las cosechas y alojar la granja y los animales de tiro. Todo ello rodeado de un extenso y hermoso jardín, que en algunos casos competía incluso con otros jardines de mayor alcurnia, tanto dentro como fuera de Galicia.
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- Base o pie de apoyo de una figura. Sin ser la peana pieza exclusiva del arte sacro, es sin embargo aquí, en el ámbito religioso, donde encontramos el mayor y más excelente número de peanas, sobre las que posan imágenes santas que reciben culto u objetos dignos de veneración.
Basa. Pedestal. Plinto (5). Podio (4). Repisa.
2. Travesaño horizontal inferior del marco de una ventana.
Peana-árbol de espino para la Virgen de la
Antigua. Basílica de la Asunción. Lequeitio
(Vizcaya). Siglo XVII.Peana de los Ángeles. Primera mitad del
siglo XVII. Colegiata del Stmo. Sacramento
Torrijos (Toledo). 1519.Peana del camarín de Nuestra Señora del
Amparo. Real Parroquia de Santa María
Magdalena. Sevilla. 1789.♣ (clica encima de las imágenes)
Cada una de las cuatro secciones esféricas —o triángulos curvos— creadas en el crucero (1) o en otros ámbitos religiosos y civiles por la yuxtaposición y afrontamiento de los arcos torales (1) en su conexión con el anillo de la cúpula o la bóveda. La pechina, a diferencia de su pariente la trompa, no incorpora elementos nuevos a la fábrica. En la arquitectura religiosa son raras las pechinas que no reciben alguna ornamentación, sea esta de carácter musivo, pictórico o escultural.
Albanega. Avenerada. Tetramorfos. Venera.
Ver también este artículo.
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Por la cómoda costumbre de repetir sin reflexionar lo que siempre se ha dicho, a menudo se afirma que:
a) las pechinas soportan la cúpula, y
b) hacen posible la transición de un cuadrado al círculo de la cúpula.
Cabe precisar en primer lugar que las pechinas son el resultado natural de yuxtaponer cuatro arcos, enfrentados dos a dos, formando un cuadrado, sobre el cual estriba el anillo de la bóveda o el octógono del cimborrio. De esa conjunción angular nace el triángulo curvilíneo invertido, el pañuelo de pico, que llamamos “pechina”. Cuando el arquitecto proyecta cerrar con cúpula o con bóveda un espacio necesita únicamente cuatro arcos que converjan entre sí por sus extremos, para luego asentar sobre ellos la semiesfera. No precisa nada más. Y es la bóveda —o el tambor (1) que a veces la precede— la que, posándose sobre estos arcos cardinales, cierra por arriba las enjutas (1) esquineras que los arcos han formado al juntarse, creando las cuatro pechinas —que a posteriori recibirán un relativo abovedamiento—, y cuyos arqueados (1) y equiláteros lados toman de prestado: los laterales, de los arcos que convergen, y el superior, de la base de la bóveda. Pero las pechinas como tales podrían no existir. Son simple material de relleno. Sin los sillares o ladrillos que forman su superficie serían pechinas diáfanas, vanos vacíos. Lo cual, sin embargo, no repercutiría en modo alguno en la rotundidad de la circunferencia o en la plurilateralidad del octógono que la base de la cúpula o del cimborrio nos muestran, ni se resentiría tampoco la capacidad sustentante de los arcos torales, que descargan, ellos solos, las tensiones de la bóveda sobre muros, pilares (1) o columnas. Las pechinas no avalan tampoco transición alguna, porque el paso del cuadrado al círculo es directo, sin vicaria intervención. Se deduce por tanto que las pechinas no fungen como elementos estructurales de la fábrica. Yuxtapuestos los arcos y asentada la cúpula, los cuatro huecos triangulados y esquineros se rellenan, sin más, con la sola intención de fusionar el conjunto y, en el caso de una iglesia, con el propósito de ornamentarlo, contribuyendo así a la ilustrada y plástica catequesis devocional que todo templo lleva consigo.
No sucede lo mismo con la trompa, ese elemento estructural, igualmente triangular y algo más abovedado, que por su forma y el lugar que ocupa incita a la confusión a quienes lo equiparan a una pechina. Son tres, sin embargo, sus notas diferenciadoras principales. La primera, su mayor concavidad y abultamiento. En segundo lugar, su función transformadora, al hacer que la base cuadrada que da asiento a la cúpula y al cimborrio sea octogonal, ya que en cada uno de los ángulos del cuadrado original que forman los pilares y los arcos torales se inserta una trompa, multiplicando por dos el polígono inicial. Ello determina definitivamente la forma del cimborrio y en muchos casos también de la cúpula. Por último, la mayoría de las trompas no se sitúan como las pechinas en las enjutas que forman los arcos yuxtapuestos, sino a un nivel más alto, lo cual las hace autónomas respecto de los arcos torales, que ahora quedan por debajo.
Delimitada racionalmente la misión de las pechinas, queda pendiente reseñar su destacado protagonismo artístico y el sobrevenido simbolismo de su forma. Respecto del primero, son las pechinas preciado expositor de labras (1) y pinturas que preanuncian la explosión exuberante de la bóveda. En cuanto al simbolismo, evocan significados que, por poco pregonados, escapan al común conocimiento de la gente. A la pechina se le atribuye por etimología cierto parentesco con la venera (la trompa, que etimológicamente nada tiene que ver con el bivalvo, en la práctica le ha arrebatado este derecho). Venera a su vez toma el nombre de Venus, diosa de la fertilidad. Que la pechina tiene forma de útero es algo que salta a la vista; analogía que, sin embargo, la pacata Iglesia siempre ha silenciado. Entre las representaciones religiosas que dan vida a las pechinas, tanto en labra como en pintura, gana por abrumadora mayoría el tetramorfos. Los cuatro evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) se adueñan con sus respectivos símbolos (hombre, león, toro y águila) de la privilegiada atalaya ornamental que les brindan las pechinas, para anunciar a los cuatro vientos y al universo entero —pues eso es lo que la cúpula representa—, la fertilidad del mensaje del fundador del cristianismo. Pechina, venera, fecundidad y tetramorfos, cuatro ítems que subyacen a un programa catequético inédito y expectante.
A la vista de lo que queda dicho, el encabezamiento de este artículo podría ahora reformularse y establecer que las pechinas desempeñan bien a las claras una intermediación doctrinal en el sentido de que trascienden su irrelevancia arquitectónica para significar la simbólica correlación espiritual que las inspira: la fecunda irradiación del evangelio por un mundo tetramórfico, múltiple y diverso, donde el respeto a la diversidad de credos y razas sea la razón sustentadora del progreso.
Tetramorfos en relieve sobre pechinas.
Bóveda renacentista de Santa María la
Mayor. Andújar (Jaén). Siglo XVI.Pechina con el tetramorfo Juan. Cimborrio de la
catedral de la Asunción de Nuestra Señora.
Valencia. 1430.Pechinas pintadas con medallones. Capilla de Santa
Orosia, parroquia de la catedral de Jaca (Huesca).
Siglo XVII.Bóveda y tambor (más que cimborrio)
sobre trompas baquetonadas (3).
Colegiata de la Santa Cruz. Socobio
(Castañeda, Cantabria). Siglo XII.♣ (clica encima de las imágenes)
Columna, pilar (1) o alta peana (1), de tamaño y forma variables y diseño libre, para poner encima una figura que se quiere destacar o cualquier otra cosa relevante. Consta de cornisa (2), dado o neto y plinto (5) o basa. Se oyen con frecuencia expresiones en las que se equipara pedestal a podio (4), sin reparar en sus diferencias formales y de significado. En este artículo se habla de ello.
Doble pedestal (cajeado y estriado). Portada
de la iglesia de San Pedro. Huete (Cuenca).
Mediados del siglo XVI.♣ (clica encima de las imágenes)
Basta recordar qué es un pedestal y qué es un podio para disuadirnos de usarlos de forma equívoca en un mismo contexto.
El pedestal nos sugiere sin más y de inmediato la imagen de una columna o un pilar (1), o sea, la idea de altura y ensalzamiento. De tal manera que colocamos sobre un pedestal ese jarrón o esa figura que queremos destacar, y cuando nos viene en gana ponemos a la gente en un pedestal llenándola de loas, encumbrándola. En materia de pedestales los hay para todos los gustos, pero todos sugieren la idea de verticalidad y esbeltez, características esenciales de cualquier columna que se precie.
El podio, en cambio, aunque también denota altura, y por ello mismo no es ajeno al concepto de enaltecimiento, se ofrece accesible y cómodo desde el suelo, cual plataforma o plinto destinados a ser ocupados. La accesibilidad es, pues, su segundo rasgo distintivo. Por último, la consolidación y el afianzamiento de lo que sobre él se asienta constituyen su tercera nota diferencial. La crepis griega, el banco (5) de la galería porticada y el basamento (1) son ejemplos arquitectónicos de podio.
Hasta en sentido metafórico responde podio al significado dicho, y los atletas que suben a él son conscientes de que solo acaban de afianzar «una» trayectoria, que se sitúan a solo tres palmos de la palestra donde han de seguir compitiendo para revalidar, y quién sabe si rebasar, el récord alcanzado.
El podio eleva lo justo para no perder el contacto con la realidad. El pedestal, por el contrario, te coloca por encima de ella, te aísla del devenir diario, te aleja del compromiso.
Por eso no sabemos muy bien a qué se refieren quienes, en contextos arquitectónicos hablan indistintamente de pedestal y podio («podium», lo llamarán con empaque los más ilustrados).
Imágenes de pedestal: aquí
Imágenes de podio: aquí
Plataforma compactada a base de tierra y piedras grandes o trabajos de obra (3) para formar un talud (2) de contención o colmatar el desnivel de un terreno. Puede servir además para trazar sobre él un camino, una carretera o la vía del ferrocarril, entre otros aprovechamientos. Balate. Gavión. Jorfe.
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- En el interior de una techumbre horizontal de madera provista de jaldetas (1), listón o travesaño corto, labrado o liso, que se intercala por tramos regulares entre las jaldetas para formar el espacio poligonal de los artesones. Alfarje. Apeinazada. Artesonado. Casetón.
- Cada uno de los taujeles (1) con que se arma un alfarje reticular.
- Pieza o travesaño que acoplado perpendicularmente a los largueros forma con ellos el bastidor (1) o armazón de una puerta o de una ventana o enmarca los paineles (1) o cuarterones de sofitos y paredes.
Ver este artículo y este otro.
Alfarje del salón del Estrado. Castillo de Belmonte
(Cuenca). Siglo XV. La estrella roja añadida señala
algunos peinazos.Iglesia de Santa Úrsula. Adeje (Santa
Cruz de Tenerife). Siglo XVI. Cortos y
rehundidos peinazos conforman con
las jaldetas los pequeños casetones.Cuarto del Príncipe. Reales Alcázares. Sevilla. Siglo XV.
Sutiles peinazos crean la lacería mudéjar de la bóveda.♣ (clica encima de las imágenes)
Para un mejor entendimiento de lo que esconden las afiligranadas tracerías (1) de los infinitos tipos de alfarjes que tanto el arte andalusí como el mudéjar nos legaron, es imprescindible saber distinguir entre taujeles y peinazos, esos listones y travesaños que diseñan —o distribuyen, según los casos— las incalculables morfologías que cubren unas veces de esplendor y otras de contenida austeridad numerosas techumbres de nuestras iglesias y palacios medievales.
Al enunciar, describir o simplemente señalar las muy abundantes cubiertas (1) mudéjares de nuestro patrimonio arquitectónico, se las suele calificar, casi invariablemente, de “apeinazadas”, entendiendo por tales la compleja trabazón que muchas armaduras (1) de par y nudillo muestran, tanto en su harneruelo central como en los faldones (1) laterales. También recibe el trato de “apeinazada” la inequívoca y enmaderada guarnición que cubre a menudo con rueda de lazo (1) las mencionadas armaduras de par y nudillo y los forjados (2) planos de los alfarjes.
Mas si «apeinazada» deriva de peinazo, bueno será saber qué se entiende por ello en la arquitectura de armar:
a) listón o travesaño corto, labrado o carente de labra (1), que se intercala perpendicularmente por tramos regulares entre las jaldetas (1) para formar el espacio poligonal de los artesones,
b) pequeño travesaño sin labra alguna que, inserto por tramos entre las alfardas de una armadura de base cuadrada, sexpartita u ochavada, da soporte a los taujeles y otros elementos de la lacería, quedando por ello mismo oculto a la vista, y
b) cada uno de los cortos y ornamentados listones con que se arma un alfarje reticular en un techado plano cuya estructura carezca de jaldetas.
Con estas premisas es difícil que logremos reconocer como “apeinazada” una techumbre en la que no vemos los elementos que acabamos de referir. Sí, en cambio, los descubriremos en los simétricos artesonados que engalanan tantos salones, cuyos alineados casetones son producto inequívoco de robustos peinazos equidistantes —a veces suplantados por el cruce mismo de jácenas y jaldetas—, o en aquellos otros de trazado más irregular que tejen su enmarañada cuadrícula con leves peinazos de menor recorrido.
El desconocimiento de lo que los peinazos significan y sobre todo la inveterada orfandad intelectual de los taujeles como auténticos denominadores de las tracerías islámicas y mudéjares están en el origen de la confusión que nos ocupa. ¿Qué son, entonces, los taujeles?:
∼ listones o tablillas —también llamados cintas (2)— estrechas y alargadas, decoradas con gramiles o pintadas, que se emplean en el revestimiento (1) de una cubierta, especialmente si es islámica, así como en los faldones y en el almizate mudéjar de una armadura de par y nudillo, formando alfarjes simples o de rueda de lazo.
El virtuosismo geométrico y deliciosamente abigarrado de nuestras impactantes armaduras mudéjares no está producido, es claro, por los referidos peinazos, sino por los sutiles taujeles que acabamos de descubrir, los cuales se combinan entre sí formando las estelares ruedas de lazo más sencillas y también las más complejas, así como los intrincados y a la par homogéneos encajes de lacería (1), dejando entre medias los inevitables huecos donde quedan alojados los polícromos zafates.
Por último —y sin que sirva de comodín a cicerones ambiguos—, es tal la fecundidad del ingenio mudéjar, que nos ha legado también alfarjes mixtos, donde con buen oficio y donaire se conjugan peinazos y taujeles.
Llegados a este punto podemos preguntarnos ya con conocimiento de causa si presentar como “apeinazadas” todo tipo de cubiertas no equivale acaso a uniformar disparidades manifiestas, cuya única coincidencia es hacernos mirar embobados hacia el techo, sin más averiguaciones de nuestra parte sobre aquello que nos produce tal embeleso. Pero inquirimos más: si con peinazos se han apeinazado los bellos artesonados que todavía nos asombran, ¿qué nos impide llamar “ataujelados” a tantos y tan hermosos alfarjes que todavía nos fascinan tachonados de taujeles?
Ver también este artículo.
alfarje ataujelado-apeinazado
Sala principal del palacio de Miguel Donlope (Real
Maestranza de Caballería). Zaragoza. Siglo XVI.alfarje ataujelado
Armadura de par y nudillo. Salón de los Caballeros.
Madraza de Yusuf I (hoy Escuela Real de Bellas
Artes). Granada. 1349.alfarje ataujelado
Cubierta de par y nudillo con labor de
rueda de lazo. Iglesia de Santa María.
Fuentes de Nava (Palencia). Siglo XVI.alfarje apeinazado-ataujelado
Artesonado neomudéjar. Capilla del Colegio Máximo
de la Cartuja (1894), hoy facultades de Odontología y
de Comunicación y Documentación. Granada.♣ (clica encima de las imágenes)
En Aragón y zonas de su influencia: cruz de término.
Escalón que sirve de apoyo al pie de una persona o un animal para subir o bajar por la escalera. Estos son los peldaños más conocidos:
∼ compensado o en cuña o radial o en abanico: uno de sus extremos es más ancho, a fin de adaptar la huella donde se pisa al trazado de una escalera de abanico o caracol, o hacer posible el cambio de dirección de una escalera de tramo curvo.
∼ volado: uno de sus extremos está embutido en el muro, mientra el otro queda al aire sin nada que lo apoye.
∼ prismático: presenta vistas (1) sus seis caras o escamotea alguna en el interior de la obra (3). Alfarda (2).
∼ aéreo o al aire: sin tabica (1) o contrahuella, encaja sus extremos en sendos apeos (2) o en paredes contrapuestas.
∼ de escala: a) barra o tubo de hierro acodados y empotrados en serie y por tramos de abajo arriba en el paramento (1), que permiten trepar o descender por ellos, y b) barrote corto que, en compañía de otros, va sujeto espaciadamente a dos barras largas y paralelas formando una escaleta, la cual se ancla en vertical a la pared con la holgura suficiente para poder subir o bajar por ella con ayuda de las manos.
∼ mecánico: móvil y articulado, impulsado con otros eléctricamente mediante un engranaje complejo, permite salvar sin esfuerzo corporal un desnivel.
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Véase peldaño compensado