Sillares y mampuestos
alero
o alar
Prolongación del tejado sobre el muro para protegerlo de la lluvia. Los aleros revisten infinidad de formas con materiales muy diversos. Veamos a continuación la clasificación tradicional de los fabricados con teja árabe —la cubierta (1) más frecuente en nuestro país—, sostenidos por hileras (1) de ladrillo o de otras tejas, molduras, tablones o cabezas de viga:
∼ de cornisa (1) y teja: las tejas que sobresalen se asientan sobre un conjunto de molduras voladas que corren paralelas al muro.
∼ de esquinillas: la última hilada (1) de tejas se apoya directamente en una cornisa que monta a su vez sobre una o varias hileras de ladrillos dispuestos en forma de dientes de sierra (1).
∼ de sobradillo: está formado por una o más hileras de ladrillos volados anclados al muro en escalonamiento invertido, que dan apoyo a la última hilada de tejas.
∼ de tejadillo: la última hilada de tejas apea (1) directamente en el muro.
∼ de tejaroz: de dos a cuatro hileras de tejas se encastran en el muro dispuestas de abajo arriba en vuelo progresivo hasta llegar a la hilada de tejas propiamente dicha, que sobresale por encima de aquellas.
∼ de tornapunta: presenta gran vuelo —cercano al guardapolvo (1)— con ángulo bajante (1) algo pronunciado, sustentado por varios tableros (8) y sus correspondientes apoyos transversales, que salen de la cima (2) del muro, y sobre los cuales descansan las tejas. Es auxiliado este inclinado alero por dos o más maderos empotrados en el muro por uno de sus extremos, a modo de almojayas, mientras el extremo contrario vuela hacia afuera hasta ensamblar perpendicularmente con otro madero que corre en paralelo a la fachada, para dar sostén al último e inclinado tramo del alero.
∼ en gola (2) recta: está formado por un una larga zapata (1) de madera que recorre en voladizo (1) la parte superior del muro y sobre la que asientan las últimas hiladas de tejas.
∼ volado: por la parte inferior del alero sobresalen, sosteniéndolo, las cabezas de las vigas o alfardas interiores.
Pero, como ya se ha insinuado al comienzo, la teja árabe no agota todas las posibles formas de un alero en los edificios españoles, por lo que hay que contar, aunque en menor número, con los aleros de teja romana (tégula) o los más antiguos de solo maderos, así como los fabricados con ladrillos, con lajas líticas o incluso con sillares (cobijas [1]), sin olvidar los que hacen uso de planchas metálicas u otros materiales más modernos.
La arquitectura románica ha dado mucho juego ornamental e interpretativo al arte con sus aleros de vuelo discreto poblado de canecillos, sobre los que descansan los delgados y a menudo labrados sillares que, a su vez, dan apoyo a las más exteriorers tejas árabes de la cubierta. Es aquí tan estrecha la unión entre alero y cornisa que ambos términos se usan frecuentemente como sinónimos.
Los aleros de casas importantes o con antecedentes de nobleza presentan a menudo un vuelo mayor de lo habitual y se pueblan de elementos decorativos de madera o yeso, como los simples o complejos casetones y otras labras (1) por lo común muy elaboradas, entre las que destacan los canes, los modillones y las ménsulas que, a veces en doble fila, sostienen el alero.
Chaperon. Cobija (1). Colgadizo (1). Cornijón. Cornisamento (1). Entablamento (2 y 3). Geisón. Marquesina (1). Plafón (3). Rafe. Saledizo. Sofito (1). Vierteaguas (2). Visera.

Alero rafe en casa Rey. La Coruña. 1910.
♣ (clica encima de las imágenes)