Sillares y mampuestos
cantos rodados
o guijarros
Piedras de río que por el rodamiento y la erosión a que han sido sometidas por la corriente han adquirido la forma redondeada que las caracteriza y los diversos tamaños que presentan. Abundan en el seno de muchos cauces fluviales, ramblas, riberas, meandros, en la desembocadura de los ríos y en las playas marinas de su entorno. Existe, sin embargo, maquinaria moderna que logra transformar las piedras deformes en formas lisas, redondas o elípticas, como si fuesen piedras de río, operación muy apreciada hoy en día para el aprovechamiento específico de desechos líticos. De forma masiva y mezcladas con argamasa, los cantos rodados se empleaban antaño para rellenar el espacio existente entre los sillares de hoja en la construcción de muros. También se usaban y aún se utilizan para empedrar suelos (emborrillado) y para decorar paredes a modo de revestimiento. En el sector de la decoración y la jardinería tiene cada día más presencia la combinación de guijarros sueltos como elemento complementario, o incluso protagonista, de una composición ornamental. Adoquín. Empedrada.

Castillo de las Cuevas, construido con
guijarros del vecino río Nela, afluente
del Ebro. Cebolleros (Burgos). 1998.

Suelo emborrillado de una panda del
claustro del monasterio de El Paular.
Rascafría (Madrid). Siglo XIV.

Muralla de Mansilla de las Mulas (León), con
cantos rodados del vecino río Esla, afluente
del Duero. 1181.
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