Sillares y mampuestos
conjuratorio
Edículo o balcón de conjuros que muestran algunas torres de iglesia —catedrales barrocas especialmente—. En muchos territorios de la península ibérica fue desde la Edad Media la versión urbana de los esconjuraderos rurales de la Corona de Aragón. Al igual que estos, en el conjuratorio el sacerdote oficiaba el ritual propiciatorio que ahuyentara de los campos y las villas las amenazas meteóricas más frecuentes y otras calamidades extremas (tornados, sequías, plagas, pestes…) que pudiesen destruir vidas o arruinar ganados y cosechas, fundamentos de la subsistencia de campesinos y villanos. Hay constancia de que a mediados del siglo XX en algunos pueblos de España aún se mantenía intacta esta ancestral costumbre.
Su ubicación en el campanario contribuía al embellecimiento de la torre, además de materializar el simbolismo del conjuro, abarcando desde lo alto el objeto de su protección. El conjunto conjuratorio más pomposo lo formaban, hacia la mitad del campanario, cuatro apéndices con forma de templete (4) abierto y barandal, integrados en el estilo (1) arquitectónico de la torre y orientados hacia los cuatro puntos cardinales, que recorría el oficiante apostrofando a los elementos. Otras veces hacía este papel una estrecha terraza perimetral con barandilla en la misma torre; y las menos, servía para lo mismo el propio recinto de las campanas o alguna ventana abierta con tal propósito a cada lado del campanario.

Conjuratorio del campanario de la
catedral de Santo Domigo de la Calzada
(La Rioja). Finales del siglo XVIII.

Conjuratorio de la torre del Reloj o de
la Berenguela. Catedral de Santiago de
Compostela (La Coruña). Siglo XVIII.

Conjuratorio de terraza en el campanario de la iglesia
de Santa María. Desojo (Navarra). Siglo XVI-XVIII.

Ventana arquitrabada desde donde se oficiaba el
conjuro. Iglesia de Santo Tomás. Haro (La Rioja).
1680.
♣ (clica encima de las imágenes)