Sillares y mampuestos
decoración románica
Conjunto de motivos ornamentales de diseño singular y reiterativo que contribuyen en el arte románico —y especialmente en la arquitectura religiosa— a enriquecer visiblemente la piedra, no tanto en superficies murales (1) cuanto en los elementos arquitectónicos que constituyen las formas específicas de este arte medieval. Nunca antes se habían dado cita ni se darían después en un mismo estilo (1) la diversidad, abundancia, combinación y originalidad de tantos y tan variados temas decorativos, que de forma aislada o armoniosamente concertados vinieran a compensar la matizada adustez de los monumentos de esta época. Acantos (1), ajedrezados, antemas, arciones, arquillos, avisperos, banda de esquinillas (3), bezantes, bolas, cadenetas, cardinas, cintas (1), contarios, decapétalos, dentellonados (1), dentículos, dientes de sierra (1), entrelazados (2), funículos, grecas, lazos, palmetas, puntas de diamante, roeles, roleos, rollos (2), rosetas, sogueados, tacos, tetrapétalos, vástagos, zarcillos, zigzags…, todos quedan emplazados para dar vida y movimiento según convenga a aleros, arcos, arquivoltas, basas, calados, canecillos, cestas, chambranas, cimacios, claves, cornisas, dinteles, frisos (1 y 4), fustes, impostas, jambas, óculos (1), rosetones, tímpanos (1), etc. Y cuando el románico se ve sometido por voluntad de los canteros o por apremios económicos a la severidad de la piedra lisa y sin ornamentación sobrepuesta, aun entonces sabe aunar simplicidad e imaginación, y valiéndose de baquetas, baquetones (3), boceles, funículos, junquillos (1), listeles, mediacañas, tapajuntas y tondinos, obtiene con ellos unos resultados artísticos magistrales y de gran impacto visual. Tanto en un caso como en otro es en las arquivoltas de las portadas donde confluyen más y se conjugan mejor los motivos antes señalados.
Si bien la figuración de personas y animales constituyen en el románico un motivo permanente de ornamentación, no los tenemos en cuenta en esta entrada por el mensaje que ordinariamente encierran, el cual transciende la simple decoración.

Puntas de diamante en chambrana.
Ermita de Sta. Cecilia. Vallespinoso de
Aguilar (Palencia). Finales del siglo XII.

Arquillos y decoración diversa. Iglesia de Ntra.
Señora de la Asunción. Castillejo de Robledo
(Soria). Siglo XIII.

Capitel con cesta de acantos y cimacio
ajedrezado. Claustro de Mas del Vent.
Palamós (Gerona). Siglo XII.

Canecillos con decoración múltiple. Ábside
de la iglesia de Santa María Jus del Castillo.
Estella (Navarra). Finales del siglo XII.

Impostas acodilladas con palmetas. Portada sur
de la Iglesia de Santa María Magdalena. Zamora.
Siglo XIII.

Arquivoltas octopétalas. Portada sur de la
iglesia de San Juan Bautista. Zamora.
Mediados del siglo XII.

Imposta de cinta decorada con puntas de clavo.
Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad.
Arcas (Cuenca). Siglo XIII.

Fustes y capiteles ornamentados. Colegiata de
San Salvador. San Salvador de Cantamuda
(La Pernía, Palencia). Finales del siglo XII.

Cenefa de arquillos sobre baquetón. Portada
meridional de la iglesia de Santa María del
Azogue. Benavente (Zamora). Siglo XIII.

Rosetones decorados. Monasterio de Sta. María
de Carracedo. Carracedo del Monasterio
(El Bierzo, León). Siglo XII.

Alero decorado de la iglesia del monasterio de
San Pedro de Villanueva. Cangas de Onís
(Asturias). Siglo XII.

Arquivoltas prismáticas y baquetones de la
portada occidental de la catedral de San
Pedro. Jaca (Huesca). Siglo XII.

Ábside sin decoración. Iglesia de Santa
Marina. Villanueva de la Torre (Palencia).
Finales del siglo XII.
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