Sillares y mampuestos
domus
(escríbase: domus o «domus»)
Vivienda de la gente acomodada romana en la época del Imperio. Las clases populares, en cambio, se alojaban en ínsulas, bloques (3) de hasta seis o siete plantas (2), con dos o tres pisos (5) por planta, para otras tantas familias plebeyas. De domus derivó dóminus, su propietario y cabeza de familia patricia. Las nacientes lenguas romances del Medievo lo traducirían por señor, si bien perduraría el apócope de dom, para el tratamiento abacial y don como distinción civil de las personas “respetables“. La domus, por lo común de una sola planta, constaba principalmente de los espacios siguientes:
- vestíbulo o sala de espera, al que se accedía desde la calle por la janua o puerta principal.
- atrio (3), patio semiabierto y períptero —que comunicaba con el vestíbulo a través de las fauces, puerta sola o con pasillo—, en torno al cual se repartían las habitaciones de la casa, y a las que proporcionaba luz y ventilación, ya que dichas estancias no la tenían propia. En el centro del atrio, el impluvium, un estanque rehundido o rodeado por un murete de unos treinta centímetros de alto, donde venía a caer la lluvia que entraba por el compluvium, el espacio cenital (2) abierto y central del atrio, formado por las vertientes de las piezas (1) circundantes; esta agua se recogía en la cisterna existente bajo el impluvio, allí se filtraba por decantación natural y pasaba al aljibe, que suministraba a los moradores de la domus el líquido elemento en condiciones de salubridad.
- cubícula (3) o dormitorios.
- tablinum (de tábula, mesa), lugar exclusivo del dóminus, donde despachaba sus asuntos y los negocios domésticos.
- triclinium, sala espaciosa para las refecciones más formales con invitados; aquí las sillas eran sustituidas por divanes, en los que se recostaban uno o más comensales alrededor de una mesa baja, que contenía las viandas y bebidas dispuestas para consumir. Era frecuente la existencia en la domus de otro triclinium más reducido para uso diario de la familia.
- peristilo (1) o patio ajardinado, con mayor abertura cenital que el atrio, rodeado de columnas que sustentaban una cubierta (1) por cada lado, dando lugar a sendas galerías (1). Es de notar que el peristilo era un signo de distinción que solo las familias mejor situadas se podían permitir.
No estaría completa esta descripción de la domus romana si no señalásemos también el lararium, pequeño edículo (3) de las oraciones y ofrendas a los dioses del hogar, adosado a alguna de las paredes de la casa, así como las pinturas murales —al fresco, al temple y al encausto— y los mosaicos alfombrando el suelo de las salas nobles. El balneus, por otro lado, solamente lucía en las domus más prestigiosas, habitadas por aristócratas elitistas, y muy especialmente en las periurbanas villas de recreo, ya que acudir a las termas públicas no era ningún descrédito para la mayoría de los patricios, pues en ellas, además de disponer de todas las comodidades, constituían el lugar propicio para el relajante encuentro con los amigos y la oportuna ocasión de iniciar y rematar negocios.

Mosaico de una «domus» de la ciudad de Clunia
Sulpicia. Coruña del Conde-Peñalba de Castro
(Burgos). Siglos I-V.
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