Búsqueda rápida de términos
Pon entre comillas los términos compuestos.

Sillares y mampuestos

escultura monumental

  1. Con tal locución se suele hacer referencia al conjunto de labras (1) que están íntimamente ligadas a un monumento —cualquiera que sea el tipo de obra (2) de que se trate—, resaltando la parte del todo al que pertenecen. Su existencia viene determinada por su función en el emplazamiento arquitectónico, sin más individualidad que la que les proporciona el mero coexistir al lado de otros elementos que desempeñan un papel análogo. Sucede en todos los ámbitos de la arquitectura que aquello que surgió exclusivamente como resultado de una solución estructural (por ejemplo, las pechinas y las trompas de una cúpula) termine a menudo acaparando la atención decorativa de sus mismos creadores, hasta el punto de parecer que dichas soluciones no tenían más objeto que el puro ornamento. Lo cual, aun siendo falso, pone de manifiesto que, a la postre, la arquitectura desempeña innumerables veces una función ancilar frente a la escultura y la pintura. El antónimo más explícito de la escultura monumental es la escultura exenta, preferentemente de bulto redondo, que por sí sola, sin condicionamiento arquitectónico alguno, justifica su presencia.
  2. Con especial incidencia en la arquitectura románica, la escultura monumental se circunscribe al conjunto de elementos (arcos, chambranas, columnas, impostas, abocinamientos, cornisas (1), tímpanos (1), canecillos, frisos, rosetones (1), óculos (1), capiteles, pilastras, lesenas…), con función estructural o sin ella, que contribuyen con sus labradas formas a enaltecer los paramentos (1) y dotarlos de vida y dinamismo. Sin ser la escultura monumental algo exclusivo del románico, se predica especialmente de él por la propia naturaleza de un arte que, al sustanciarse en la sobriedad, pesantez y simplicidad de su fábrica, con frecuencia los mismos maestros de obras la compensaban, dotándola de cierto ritmo y movimiento mediante la ingeniosa combinación de elementos que aligeraran su gravedad y contrarrestasen con su plasticidad la sensación de rigidez inherente a la obra (2). Escultura románicaOrden (2).

 

 

Iglesia de Santo Domingo. Soria. Siglo XII.

Torre Julia de Santa María la Mayor.
Trujillo (Cáceres). Siglos XIII-XVI.

Portada de la iglesia de Santa María la Real. Sangüesa
(Navarra). Siglo XII.

Portada plateresca del Hospital de Estudio.
Salamanca. Siglo XV.

Ermita de la Concepción. San Vicentejo de
Treviño (Burgos). 1162.

Iglesia de San Tirso. Sahagún (León). Finales del
siglo XI.

Cimborrio de la colegiata de Santa María la Mayor.
Toro (Zamora). Siglo XIII.

Cabecera de San Juan de Amandi (Asturias).
Principios del siglo XIII.

Ejemplo de escasa arquitectura monumental.
Monasterio cisterciense de Moreruela.
La Granja de Moreruela (Zamora). Siglo XII.

Portada renacentista occidental de la
colegiata del Stmo. Sacramento. Torrijos
(Toledo). 1519.

Iglesia de San Gil. Luna (Zaragoza). 1170. La poblada
cabecera interior compensa la sobriedad de la
fábrica exterior.

Ventana de la fachada principal del
palacio arzobispal. Granada. 1532.

Pechina de la cúpula mayor de la basílica de
Santa María. Elche (Alicante). Siglo XVIII.

Pechinas de la cúpula de la capilla real.
Palacio de Oriente. Madrid. Siglo XVIII.

Trompas del cimborrio del monasterio cisterciense
(hoy agustino) de Santa María. La Vid y Barrios
(Burgos). Siglo XVI.

 

 

♣ (clica encima de las imágenes)