Sillares y mampuestos
grutesco
Adorno renacentista caprichoso y complejo que representa seres fantásticos con apariencia humana o de animal, acompañados de frondas, candelieri y entrelazados (2), formando un todo ornamental abigarrado. Imita las pinturas murales que se hallaron en Roma durante el Renacimiento al desenterrar las llamadas grotte (‘grutas’), salas abovedadas en las ruinas de la Domus Aurea de Nerón, en los baños de Tito y Livia y en Villa Adriana, principalmente. El grottesco renacentista relacionado con la decoración de aquellas grotte pronto adquirió el significado peyorativo de ‘mal gusto’, ‘deforme’ y ‘extravagante’, pues como tal conceptuaron aquellas pinturas los tratadistas más reputados de la época, haciéndose eco de las críticas de Marco Vitruvio, influyente arquitecto e ingeniero del siglo I a. e. Desde entonces, en la lengua de Dante, grottesco y su plural grotteschi (/grotesqui/) mantienen las dos acepciones referidas (ornato de inspiración romana y expresión plástica de mal gusto), mientras que el castellano adaptó con la voz «grotesco» (‘ridículo’ y ‘grosero’) solo la acepción peyorativa y acuñó grutesco para señalar exclusivamente la decoración romano-renacentista antes referida.
Ajeno en modo alguno a las influencias del vecino y admirado Renacimiento italiano, el plateresco español —estilo (1) fundamentalmente decorativo— incorporó de forma recurrente, sin prevenciones ni complejos, la ornamentación grutesca en frisos (4), paños (3) y portadas.

Friso de grutescos platerescos. Casa del primer
marqués de Cerralbo. Ciudad Rodrigo (Salamanca).
Siglo XVI.

Dintel y friso de la portada de la iglesia de la
Asunción. El Cubillo de Uceda (Guadalajara).
Siglo XVI.
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