Sillares y mampuestos
kitsch
(escríbase: kitsch o «kitsch»)
Estilo (1) que se inscribe en lo que comúnmente se moteja como de «mal gusto» y vulgarmente tildamos de hortera. Sus referencias son preferentemente objetos, y afecta por igual al arte de la decoración, sirviéndose de materiales disfrazados: yeso simulando mármol, plástico imitando oro, melanina aparentando madera y toda una gama de adminículos pintados para dar el aspecto de lo que no son. Lo kitsch suele invadir el terreno de lo sentimental y de lo inútil: gnomos, geniecillos y enanitos de jardín, hadas y princesas, suvenires turísticos y religiosos, artesanía folclórica estandarizada, simbología patriotera, imaginería remilgada, etcétera. «El kitsch elimina de su punto de vista todo lo que a la opinión general le resulta inaceptable […]. En el reino del kitsch impera, frente a la razón, la dictadura del corazón.» (Milan Kundera, La insoportable levedad del ser.)
En cuanto a la arquitectura calificada de kitsch, las apreciaciones y juicios artísticos tanto de entendidos como de profanos no son coincidentes, y lo que para unos es el paradigma del mal gusto, de lo cursi y del amaneramiento, para otros es todo un alarde de modernidad y una apuesta por lo rompedor y novedoso. El fenómeno de la kitschificación, especialmente en arquitectura, tiene sin embargo un haz y un envés: lo que hoy se enjuicia como fuera de tono, trivial, fectichista y mediocre, mañana puede no serlo, porque la sensibilidad humana es mutante y también porque la mímesis arrolladora a que induce la publicidad altera, para bien y para mal, el modo de ver las cosas. Las imágenes que siguen son solo unos pocos ejemplos de los muchos kitsch arquitectónicos diseminados por el libérrimo mundo del arte.
♣ (clica encima de las imágenes)