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Sillares y mampuestos

mudéjar

o morisco

Término derivado de la palabra árabe mudajjan, que significa «aquel que tiene permiso para quedarse», y que se utilizó para designar a los sarracenos españoles que siguieron viviendo en los territorios que iban reconquistando los cristianos. En 1859, Amador de los Ríos acuñó este término en su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

En arte se trata de una plasmación plástica exclusivamente hispana, ejecu­tada por alarifes islámicos o conversos, pero tam­bién por cristianos que adoptaron, en los varios siglos que duró la forzosa convivencia con los mahometanos, las formas artísticas de los invasores, ahora finalmente sometidos. Floreció del siglo XII al XVI, y se ca­racterizó por conjugar elementos románicogóticorenacentistas con otros de procedencia agarena. (Tres siglos antes había surgido en la Península, esta vez a manos de hispanos, el estilo mozárabe, que aunó la tradición visigótica con las nuevas formas islámicas instaladas por derecho de conquista en territorio cristiano.) Geográficamente el mudéjar no es una manifestación artística unitaria, sino que presenta características peculiares en cada re­gión, entre las que destacan las del mudéjar toledano, leonés, ara­gonés y andaluz. Al igual que los estilos antecesores del románico y los posteriores a él (plateresco, manuelino, churrigueresco y rococó), se trata de unas formas artísticas fruto de una hibrida­ción cultural, plasmada fundamentalmente en la arquitectura.

Entre los materiales constructivos más empleados destacan el ladrillo y la cerámica vidriada, de manera independiente o en combi­nación con el mampuesto. Materiales modestos que, unidos a estructuras sencillas, lograron sin embargo un efecto visual sorprendente, gra­cias a una ornamentación creativa basada en la disposición de los elementos y una labor imaginativa aplicada al uso del yeso y la ma­dera. Con ellos se componen, en lo que al yeso respecta, ajedrezados, frisos (3) de esquinillas o de espina de pez, arcos ciegos, redes de rombos (sebqas), cruces…; y en cuanto a la madera, bastará con referirnos a la carpintería de lo blanco y sus repercusiones en el arte de forjar armaduras (1).

Al ladrillo apenas hay formas arquitectónicas que se le resistan, en especial las románicas. Los alarifes del barro emularon con nobleza a los canteros y copiaron sin complejos lo que estos habían levantado con sillares: muros, arcos, pórticos, bóvedas, cimborrios, ábsides, torres, arquivoltas (2), rosetones, pilastras, canecillos… Por eso al mudéjar se le ha llamado también «el románico (y el gótico) del ladrillo». Y adonde no llegaba su maestría, se superaba a sí mismo yendo incluso más lejos, con una suerte de decoración que el románico ni siquiera imaginó.

Las techumbres de madera mudéjares constituyen una creación muy fecunda, con armaduras de parhilera y de par y nudillo —estas con forma de artesa u otros modelos poligonales, que se enriquecen con el sin par almizate o harneruelo—, y cubiertas planas revestidas con cualquiera de los múltiples alfarjes que carpinteros y alarifes proyectaron, enriqueciéndolos unas veces con la ubicua rueda de lazo (1) y otras con intrincadas lacerías (1) y artesonados diversos.

La inspiración islámica proporciona al arte mudéjar estilizaciones vegetales e infinitos motivos geométricos o epigráficos, que sabe armonizar con otros figurativos propios de la tradición occidental.

La gran aceptación y popularidad de que gozó el estilo mudéjar vino acompañada de ventajas económicas: la barata mano de obra de los albañiles musulmanes y lo poco costosas que eran las materias primas utilizadas (ladrillo, yeso y madera), frente al encarecimiento de la extracción de piedra para escuadrar sillares y el trabajo de cantería (1).

Alfarda. Carpintería de armar. Carpintería de lazo. FrogaHispanomusulmánLazoLimaMoamarPar. Neomudéjar.

Ver también estos artículos: 1 y 2.

 

 

Torre de la catedral de Santa María
de Mediavilla. Teruel. 1250.

Iglesia de Santiago Apóstol. Montalbán (Teruel).
Siglo XIV.

Claustro de los Muertos. Monasterio
de S. Isidoro del Campo. Santiponce
(Sevilla). 1301.

Ermita del Cristo de la Luz, antigua mezquita Bab al-
Mardum. El ábside, mudéjar, se añadió a la mezquita
para convertirla en ermita. Toledo. Siglo XII.

 

Palacio de Oter de Lobos (convento
Madre de Dios). Toledo. Comienzos
siglo XIV.

Capilla dorada del palacio de Pedro I de Castilla.
Convento de Santa Clara. Tordesillas (Valladolid).
Siglo XIV.

Antigua sinagoga Mayor de Segovia, hoy iglesia del
Corpus Chisti. Siglo XIII.

Torre de la iglesia de San Pedro (el
mudéjar más antiguo de Teruel).
Teruel. Siglo XIII.

Taller del Moro, museo de artesanía mudéjar. Toledo.
Primera mitad del siglo XIV.

Torre de la iglesia de Santa María.
Illescas (Toledo). Siglo XIII.

Ábside tricónquido de la catedral del Salvador.
Zaragoza. Siglo XV.

Campanario de la iglesia de la
Magdalena. Zaragoza. Siglo XIV.

 

Ábside de la iglesia de Santiago.
Alcazarén (Valladolid). Siglo XIV.

Cabecera de la iglesia de San Pablo. Peñafiel (Valladolid).
Siglo XIV.

 

Fachada del patio de la Montería.
Palacio del rey don Pedro I de Castilla.
Reales Alcázares. Sevilla. 1366

Torre de la iglesia de la Asunción de
Ntra. Señora. Villamayor de Gállego.
(Zaragoza). Siglo XVI.

Campanario de la iglesia de Ntra. Sra. del Rosario.
Corella (Navarra). 1546.

Torre-alminar incompleto de la iglesia
de Santa María. Tauste (Zaragoza).
Mediados del siglo XIII.

San Tirso, primera iglesia románico-mudéjar de
la península ibérica. Sahagún (León). 1180.

Portada oeste de la concatedral de Sta.
María de la Fuente. Guadalajara. Final
del siglo XIII.

Iglesia de Santiago (hoy Museo de la Alfarería).
Alba de Tormes (Salamanca). Siglo XII.

 

 

 

♣ (clica encima de las imágenes)