Sillares y mampuestos
nervio
Moldura ornamental alargada y más o menos gruesa, unas veces redonda, otras prismática o mixta, que en el intradós (1) de una bóveda de arista (4), de crucería o de tracería (2) monta sobre cada arista, haciendo más visible la división de los paños (1) o plementos. Esta definición alude a los nervios principales. En una bóveda de arista nervada (1) contamos solo dos, que se entrecruzan por el centro, mientras que en las bóvedas góticas vemos varios más, todos principales. En la de tracería se dan cita además unos ‘nervios’ o ‘arcos‘ secundarios, no transversales y más cortos, que arrancan del mismo haz que los principales pero mueren a mitad de camino en algún punto de la bóveda, entestando casi siempre con otro secundario. Los llamamos terceletes, y en muchos casos suelen ocultar su punto de encuentro con una adornada falsa clave o florón de menor tamaño que el rosetón (2) principal o espinazo (1) —la clave verdadera—, que cubre el cruce de los nervios principales y da consistencia a toda la bóveda. Con las bóvedas de crucería y de tracería nacen además las ligaduras (1 y 2), también segmentos de ‘arco’, pero más cortos que los ‘nervios’ secundarios, cuya misión ornamental es unir los florones entre sí o unos terceletes con otros y con los nervios principales, e incluso a todos ellos con el espinazo; a algunas ligaduras también se les denomina combados (1) e, impropiamente, nervios terciarios. La mayor austeridad de la bóveda de crucería utiliza ocasionalmente un tipo especial de ligaduras (2) para delimitar o compartimentar los plementos, de tal modo que una bóveda cuatripartita, por ejemplo, puede presentar, con el concurso de las ligaduras referidas, la apariencia de una bóveda octopartita.
Si a los terceletes y a las ligaduras los llamamos arcos es únicamente por la semejanza de su curvatura, pero no lo son en absoluto. De igual forma reciben el nombre de nervios solo en sentido figurado, ya que los verdaderos nervios son los apellidados cruceros (2), que pasan por el centro de la bóveda tapando las aristas. Terceletes y ligaduras no tienen, por tanto, más finalidad que añadir complejidad a la red que puebla los plementos de la bóveda de tracería.
Y si a terceletes y ligaduras se les ha atribuido tradicionalmente la función de ornamentar la bóveda, lo cierto es que todos los nervios responden a este criterio, también los principales o transversales, ya que la propia estructura de arista que tienen las bóvedas es contrarrestossuficiente para transmitir de forma eficiente a los pilares (1) de sus cuatro vértices (2) los empujes que soporta. Podemos concluir, por tanto, que esos aparatosos nervios que presentan muchas bóvedas no son estructurales, no sustentan nada; como tampoco lo son, se ha dicho ya, los ‘nervios’ secundarios y terciarios que presentan algunas bóvedas de crucería y sobre todo las de tracería. Todos ellos —nervios, terceletes y ligaduras— se comportan como meros apéndices decorativos.
Mención aparte merece la bóveda califal por cuanto que sus cuatro o más nervios, paralelos dos a dos, se cruzan contorneando el centro de la bóveda pero sin tocarlo.
Aristón (1). Baquetón. Bóveda califal. Braguetón. Enjarje (2). Espinazo (2). Fasciculada. Nervadura.
Ver también este artículo.

interpretación modernista de los nervios
Cripta de la Colonia Güell. Antonio Gaudí. Santa
Coloma de Cervelló (Barcelona). 1914.
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