Sillares y mampuestos
oppidum
/ópidum/ (escríbase: oppidum, plural: oppida; u «oppidum» y «oppida», respectivamente)
Nombre con el que los romanos llamaban a los poblados de las etnias que iban sometiendo, fortificados generalmente en lo alto de los montes. Los oppida tienen su origen a comienzos de la Edad del Hierro (siglo VIII a. e.) y se van transformando con las innovaciones edilicias y los nuevos trazados urbanísticos que acarrea la romanización. El prototipo de oppidum en la península ibérica presenta algunas diferencias con el de la Europa central, donde se rodeaba el poblado con muros de tierra y piedras, reforzados con traviesas de madera, unidas perpendicularmente por barras de hierro. En la Península, en cambio, gracias a su accidentada orografía bien provista de canteras, se utilizaban mampuestos y sillares poco escuadrados, con los que levantaban tanto el perímetro habitacional como los muros defensivos del poblado. En su avance por Iberia los romanos tuvieron que bregar además con los «castros» celtas, los «iltir» íberos y las «brigas» celtíberas.

Oppidum celta de monte Mozinho o Ciudad
de los Muertos. Penafiel (Oporto, Portugal).
Siglo I a. e.-siglo IX.
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