Sillares y mampuestos
opus caementicium
(escríbase: opus caementicium u «opus caementicium»)
Material de construcción muy utilizado por los romanos —que aprendieron posiblemente de sus antecesores etruscos—, consistente en una mezcla de agua, cal, arena, guijarros o cascajo (preferentemente toba o tufo volcánico) y piedras de desecho, cuya resistencia y solidez una vez fraguado era comparable y hasta superior en algunos casos a las que proporcionaban los sillares. (La argamasa de siglos posteriores y el moderno hormigón son sus parientes más cercanos.) La cimbra (2) y el forjado (2) fueron los auxiliares habituales que daban forma al opus caementicium, pero de vez en cuando los constructores romanos lo embutían también, ya fraguado, entre dos hileras (1) de sillares de menor calibre («sillares de hoja») o entre dos muros de ladrillo, enmascarando de este modo el tosco aspecto de tan recia obra (3), al tiempo que aumentaban su resistencia. Su bajo costo y su rápida obtención hicieron del opus caementicium el aliado indispensable para levantar robustas paredes e imbatibles murallas, así como bóvedas y cúpulas que todavía hoy desafían al tiempo y los elementos. En las domus y en los palacios, vistosos estucos se adherían finalmente con facilidad a los paramentos (1) de este opus caementicium.

«Opus caementicium» del anfiteatro romano de Mérida
(Badajoz), una vez despojados de los sillares-hoja con
que se revestían. Año 8 a. e.

Torre funeraria romana de San José,
forrada de sillares de hoja. Villajoyosa
(Alicante). Segunda mitad del siglo II.

«Opus caementicium» en la bóveda que sostenía el
graderío del circo romano de Tarraco. Tarragona.
Finales del siglo I.

Testigo de «opus caementicium» extraído
del teatro romano de Caesaraugusta.
Museo del Teatro Romano. Zaragoza.
Siglo I.

Teatro romano de Cesaraugusta, una vez
despojado de las placas silíceas que lo recubrían.
Zaragoza. Mediados del siglo I.
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