Sillares y mampuestos
políptico
Calco del griego πολύπτυχος (polýptyjos, ‘de muchos pliegues’), pero es la πτυχή (ptijé o ptiké, ‘placa’ o ‘tabla’) la que está en el origen del término. Basta añadir a ‘ptico’ un prefijo de cantidad (poli-, di-, tri-) para completar su significado.
Entre los romanos eran de uso frecuente las tablas articuladas con bisagras u otros enganches, que usaban para escribir o dibujar en ellas y transportaban fácilmente en las manos. Una vez amortizado el Imperio de Occidente, su uso se prolongó en el arte bizantino oriental, que le dio un carácter religioso, y de allí volvió a sus orígenes con tal carácter, donde arraigó y cobró auge a partir del siglo XIV. Hoy los polípticos son exponente de un tiempo pasado y pueblan la mayoría de nuestros museos.
Los más frecuentes son los dípticos, de dos hojas, y los trípticos, de tres. Aunque los hay de nácar, marfil o esmalte con representaciones en relieve (1), son más abundantes los pintados sobre tabla, tanto porque tenían menor coste como por ser fácilmente plegables para su transporte y custodia. Los de pequeño tamaño fueron objeto de devoción privada o doméstica, en tanto que los de mayor porte ocuparon muchas veces el lugar de los retablos, sobre todo en oratorios y ermitas. El gótico inicial, por su parte, había introducido oficialmente este elemento en las iglesias, frente a la desnudez del románico, que nunca hizo uso de él.
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