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Sillares y mampuestos

protogótico

tardorrománico románico de transición

Sin la venia de algunos especialistas a quienes disgusta esta denominación, se llama así la etapa de transición del románico al gótico, caracterizada por las construcciones —iglesias principalmente— donde el arco ojival, la bóveda de cañón apuntado y la bóveda de crucería comparten espacio por primera vez con los habituales arcos románicos de medio punto y las bóvedas de arista (4), lo que permitirá mayor altura en los paramentos (1) y mejor iluminación de los espacios. Este periodo —en el estricto ámbito de la arquitectura monástica, pues el gótico ya se había insinuado con la arquitectura normanda medio siglo antes, y eclosionado después en las catedrales francesas a partir de 1132— abarca más o menos desde el año 1147 hasta el primer tercio del siglo XIII, sin olvidar que en todo periodo de transición las delimitaciones temporales son siempre relativas. Los involuntarios propagadores del estilo (1) protogótico, los austeros y reformadores monjes cistercienses, desconocían que sus moderadas ojivas albergaban indefectiblemente el germen del gótico que censuraban. (Ver este artículo y este otro.)

 

 

 

bóveda de ojiva

Nave central mirando a los pies. Catedral
vieja de Lérida. Siglo XIII.

Monasterio premostratense de Santa Cruz de
la Zarza. Ribas de Campos (Palencia). 1176.

Capitel del arco triunfal de la iglesia de Santa María.
Retortillo (Cantabria). Último tercio del siglo XII.

Portada de la iglesia de la Asunción.
Tuesta (Álava). A caballo entre los
siglos XII y XIII.

Pila bautismal de la iglesia de Santa María del Puerto.
Santoña (Cantabria). Primer tercio del siglo XIII.

Iglesia de San Miguel de Foces. Ibieca (Huesca).
1259.

Iglesia de San Miguel de Foces. Ibieca (Huesca).
1259.

Torre de la iglesia de San Martín. Valladolid.
Siglo XIII.

 

 

 

(clica encima de las imágenes)