Sillares y mampuestos
rococó
Último periodo del estilo barroco, caracterizado por su decidida función decorativa, hasta el punto de quedar difuminados en muchos casos los límites entre lo arquitectónico y lo ornamental. Nació y se desarrolló en Francia durante el reinado de Luis XV (1730-1760) y se prolongó algo más en otros países europeos. Apócope de «rocaille» (roca) y «coquille» (concha), llevó el barroco a la exquisitez, imprimiéndole una ornamentación más delicada, minuciosa y exótica, pero igualmente exuberante, que se plasmaba en colores diáfanos, suaves y claros. Se inspiró en la naturaleza, la mitología, la hermosura de los cuerpos desnudos, el arte oriental y especialmente los temas galantes y amorosos. Buscó la belleza mundana, despojada de todo atisbo piadoso. Conceptualmente fue un estilo (1) individualista, anticonformista y cortesano. Sus temas preferidos giraban en torno a la vida diaria y las relaciones humanas, creando un clima social agradable, refinado y sensual. Por esta ‘frivolidad’ tan manifiesta, en la España de los sacrosantos barroquismos religiosos imperantes tuvo escasa presencia, y aun esta se procuró que no pareciera excesivamente ‘profana’.

Rococó tardío del palacio del marqués de Dos Aguas
(Museo Nal. de Cerámica y Artes Suntuarias
«González Martí»). Valencia. 1740.

Retablo de la Bien Aparecida. Capilla
de la catedral de Nuestra Señora de
la Asunción. Santander. Siglo XVIII.
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