Sillares y mampuestos
romanización
Proceso de colonización e inculturación que los romanos de la República (509-27 a. e.) y muy especialmente del Imperio (27 a. e.-476) —una vez que se hubo producido su propia inculturación griega a través del helenismo— llevaron a cabo de forma programada, tanto en Oriente como en Occidente, de los territorios y las gentes que iban conquistando. Como suele suceder en estos casos, en un primer momento los pueblos ocupados adoptaron de forma inmediata las instituciones, la organización social y la planificación urbanística, las leyes y la lengua de los vencedores (sinecismo). Posteriormente y de forma mucho más lenta fueron asimilando también sus gustos y costumbres, así como las prácticas religiosas; pero en el ámbito privado de las creencias, usos y tradiciones autóctonos la romanización no penetró lo suficiente como para conseguir su completa desaparición.
En la Hispania celtíbera, al igual que en otras regiones, la romanización se interesó más por la reestructuración de los oppida (ver oppidum) indígenas que por su abatimiento, a la par que se iban creando nuevos núcleos de población al estilo romano. Pero fueron también muchos los poblados que, aun manteniéndose fieles a la obediencia de Roma, apenas incorporaron cambios estructurales (1) importantes.
En cuanto al arte de los pueblos sometidos, cabe destacar excepcionalmente el caso de Egipto. Tanto cónsules como emperadores lo respetaron en todos sus pormenores, sin ni siquiera pretender asimilarlo, como había sucedido con el helenismo. Todavía hoy admiramos en el país del Nilo construcciones de los siglos I y II netamente egipcias mandadas edificar por los primeros emperadores romanos.