Sillares y mampuestos
sarcófago
o lucilo o lucillo (1)
Del griego σαρκοφάγος (sarkophágos: ‘que come carne’). Arcón de piedra, mármol, alabastro, madera o terracota, labrado usualmente con relieves (1) y depositado en el suelo, que en siglos pasados se destinaba a dar sepultura al cadáver de una o más personas distinguidas o acaudaladas. La cara posterior del sarcófago solía ser lisa, ya que este se colocaba en un arcosolio o sobre alguna exigua peana (1) tocando la pared. El sarcófago es oriundo de Asia, y muchos de los sarcófagos griegos y romanos procedían de allí. Sus relieves revelaban creencias mitológicas. Los sarcófagos de la Hispania romana correspondientes a los siglos I-IV eran en su mayoría importados de Italia u Oriente, como testimonio de una clase social acomodada. Muchos cristianos de buena posición, habida cuenta de las persecuciones que tanto en Oriente como en Occidente se desataban a menudo contra su religión, no tuvieron inconveniente, para no delatar a sus familias, en que sus restos mortales reposaran en sarcófagos ‘paganos’. Todo cambió con el edicto de Milán (Constantino, año 313) y la definitiva asunción del cristianismo como religión oficial del Imperio, que tuvo lugar con el emperador Teodosio en el año 380.
Hacia 1200, algunos templos importantes comenzaron a erigir magnas estructuras escultórico-arquitectónicas para enaltecer sarcófagos de personajes insignes —lo cual ha propiciado la ampliación del concepto para designar todo el monumento—, costumbre que se ha mantenido hasta el siglo XXI.
Arca funeraria. Cenotafio. Cipo. Cista. Columbario. Cúbículo (1). Cupa. Hipogeo. Lauda. Lóculos. Mastaba. Mausoleo. Panteón. Túmulo (3). Urna (1).

Sepulcro del rey Pedro III de Aragón.
Iglesia del m.º cisterciense de Santes
Creus. Aiguamurcia (Tarragona). 1293.

Sarcófago de Husillos (Palencia) o de la Orestiada,
traído a Hispania para dar sepultura a alguna
persona importante. MAN, Madrid. Siglo II.
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