Sillares y mampuestos
vitral
Vidriera alta, de gran tamaño, adosada por lo común a otras semejantes, para cubrir vanos de grandes proporciones. Exhibe una composición polícroma, de cristales naturales o tintados o recubiertos de esmalte, que se unen mediante engarces de plomo, trabas de cemento o varillas de aluminio. Sus funciones son a un tiempo estructurales —aliviar los muros del peso de los sillares— y estéticas —embellecer los paramentos (1) y tamizar mágicamente la luz que entra por él del exterior—. Los múltiples dibujos que adornan el vitral pueden representar tanto formas geométricas y vegetales como figuras históricas, sin desdeñar otras propuestas decorativas más atrevidas. Los vitrales emplomados se idearon casi al mismo tiempo que se inventaba el vidrio. Aunque ya los utilizaron los romanos, alcanzaron su máximo esplendor con la arquitectura gótica. Por su ubicación mural (1), conviene diferenciar a los vitrales de las claraboyas, luminarias que se abren en el techo para dotar de luz cenital (1) un recinto. Puesto que el vitral equivale por lo común a la suma de varias vidrieras, no es apropiado usar el nombre de vidriera para referirse a él. Por último, hablar de claristorio para señalar los vitrales es incurrir innecesariamente en un anglicismo.
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Lucarna. Lucernario. Rosetón (1). Ventanales.
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