Sillares y mampuestos
sala capitular
Estancia relevante de los monasterios, sobre todo medievales, que comunicaba con el claustro —en torno al cual giraba gran parte de la vida monástica— a través de portada y vanos arqueados (1), donde la comunidad ventilaba las cuestiones domésticas y revisaba la observancia de la regla fundacional y las buenas costumbres por parte de sus miembros. Se reunían aquí los monjes o las monjas y, tras escuchar la lectura de un capítulo de su constitución —de donde le viene a la sala el nombre de “capitular”—, procedían a despachar los asuntos domésticos. Con este mismo fin pasó a integrar también la vida comunitaria de las órdenes de Caballería y, a partir del siglo XIII, la vida conventual de los frailes mendicantes, perpetuándose más tarde en otras congregaciones religiosas.
También las catedrales y las colegiatas tuvieron sala capitular —espacio que en la mayoría de los casos subsiste todavía hoy, aunque con otro cometido— y sus funciones fueron parecidas a las de los monasterios y conventos, acomodadas a la vida secular y regular de sus miembros, los canónigos.
La sala capitular de los monasterios tradicionales, de trazas románicas o góticas en su mayoría, presenta banco (3) corrido a lo largo de las paredes y una o más columnas estructurales (1) en el centro, sosteniendo las bóvedas del recinto. Además de sala de reunión fue lugar de enterramiento, principalmente de abades y abadesas.
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