Sillares y mampuestos
chambrana
Del arte románico en adelante, moldura ornamental de discreto relieve, generalmente de piedra, de sección multiforme y trazo semicircular, rectilíneo o mixto, que rodea un vano para resaltarlo. A la vista de esta definición, cabe hacer las siguientes puntualizaciones:
Es inadecuado llamar a la chambrana guardapolvo (1), ya que la misión de este, a cuyo fin responde su diseño en generoso voladizo (1), es fundamentalmente evitar que la lluvia, el polvo y otros agentes agresivos incidan directamente sobre la zona que protege, mientras que la chambrana es solo un festón (2) que perfila el contorno del vano al que se asocia —pegada a él o en sus inmediaciones—, y a veces hasta queda embebida en el muro (dobladura), por lo que no protege del polvo ni de nada. (Ver este artículo.)
Con frecuencia vemos arquivoltas (2) coronadas sin solución de continuidad por una chambrana con idéntica curvatura hasta parecer una arquivolta más, su arco más exterior. Pero no lo es. Uno de los rasgos que definen a la arquivolta es el abocinamiento del muro en que se inserta, y la chambrana no forma parte del rebaje que lo ocasiona, está por encima de él; su misión aquí sigue siendo dar resalte al vano, mimetizado ahora con la arquivolta, a la que remata perfilándola directamente sobre el paramento (1). La chambrana es, sin más, la moldura de reducido vuelo que se añade, aunque, como ya se ha dicho, puede también excepcionalmente quedar embebida en el paño (3) a modo de dobladura.
Chambrana y alfiz son molduras emparentadas, pero con funciones diferentes. Mientras el rectangular alfiz —que manifiesta especial predilección por puertas nobles— enmarca ajustadamente uno o más arcos formando por arriba a cada lado la enjuta (2) correspondiente, la multiforme chambrana contornea libremente puertas y ventanas, sin reparar en la forma del vano al que rodea y, por ello mismo, sin dar lugar a eventuales albanegas. Hay también un tipo de chambrana que por su forma y recorrido no dudaríamos en llamarla alfiz, si no fuera porque, además de encuadrar un vano arqueado (1), envuelve otros elementos o enmarca otros espacios que la alejan del clásico (4) diseño que da lugar a las enjutas. (Ver también este artículo.)
Al románico le gusta de vez en cuando emparejar chambrana e imposta cual moldura uniforme, haciendo que la imposta enteste con los extremos de la chambrana, y así enriquecer aún más el ritmo visual del paramento. Esta confluencia se prodiga especialmente y por igual en el trasdós (1) y en el intradós (1) del ábside.
Acodo (3). Arco de descarga. Cenefa. Fajón (2). Greca. Regate.

Chambranas de puntas de diamante. Campanario
de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Valdeolivas (Cuenca). Siglo XIII.

Chambrana trilobulada. Entrada al castillo-palacio de
Juan Pacheco (marqués de Villena). Belmonte (Cuenca).
Siglo XV.

Doble chambrana sobre escueta arquivolta. Portada
de la iglesia del monasterio de San Salvador. Oña
(Burgos). Siglo XI.

Chambrana prolongación de la imposta enmarcando
el rosetón de la fachada principal de la colegiata de
Santa María del Campo. La Coruña. Siglo XIV.

Chambranas apeadas en impostas. Ábside de la
iglesia de San Martín de Fuentidueña (Segovia),
1200. Museo de Los Claustros, Nueva York
(desde 1957).
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